Nada hace presagiar al peregrino que sale de Ponferrada que se va a encontrar con éste paisaje, sobre todo porque los primeros kilómetros transcurren entre montañas de carbón, edificios y casitas de las afueras. Pero una vez dejado un par de pueblos atrás El Camino te conduce hacia los viñedos típicos de la zona, como éstos que se pueden observar poco después de Cacabelos, a orillas de la antigua N-VI

Cierto es que al caminante lo que menos le apetece es caminar por la cuneta de una carretera, sobre todo porque siempre está presente el peligro de ser atropellado por un conductor imprudente. Además la temperatura que alcanza el asfalto hace que literalmente se te cuezan los pies, y su dureza hace que se te resientan las articulaciones. Pero yo lo disfruté mucho, sobre todo porque ya se huele en el horizonte el gran coloso que nos espera en la siguiente jornada.