Este es el crucero desde el cual se descubre la preciosa villa de Astúrica Augusta. Junto a él me reencontré con un simpático abuelete con el que ya había coincidido en el mismo sitio el año anterior. No sé si creer en las casualidades, pero en ese momento pensé que quizás era una aparición que se anunciaba a todos los peregrinos para hablarles de las bondades del romero recién cortado.