Esta es otra de las fotos de la que me siento muy orgulloso, a pesar que no refleja todo lo bien que me gustaría la sensación que tiene el peregrino cuando se encuentra debajo suyo el pueblo de El Acebo. No lo ves hasta que te encuentras justo sobre los tejados de sus casas.

Este año no pude tomarme en el bar del pueblo una deliciosa empanada de bonito como hice el año anterior. El grupo no estaba para este tipo de tentempies y tiraba de lo que todos cargábamos en nuestras mochilas, como los zumos, batidos, galletas o chocolate. Y como nunca gusté de romper la homogeneidad del grupo, pues me privé de las viandas que nos ofrecían los bares de los diferentes pueblos por los que pasábamos. Al menos ahorré un poco.

El descenso hacia Molinaseca es muy exigente sobre todo para las articulaciones como tobillos y rodillas, a las que se somete a una brutal prueba de esfuerzo. Si el caminante ya tiene hecho su cuerpo al camino estará mejor preparado para enfrentarse a este momento. Si ha comenzado hace escasas jornadas acabará desarrollando una tendinitis de caballo que le tendrá en el dique seco durante un par de días.