Roncesvalles - Logroño

El día 10 de Julio de 2000 llegamos a Roncesvalles, después de mucho autobús y una breve estancia en Pamplona. Lo primero que te llama la atención del monasterio/albergue es lo bien cuidado que está por fuera y lo cochambroso que está por dentro. Los peregrinos no necesitamos habitaciones 5 estrellas ni colchones de agua pero qué menos que adecentar un lugar donde poder comer y poner luz en los baños (resulta tétrico tener que pedir una linterna para poder lavarte los dientes).

11/7/2000

Roncesvalles - Larrasoaña

27,4 Km

El día del comienzo. Después de no haber dormido casi nada por la noche (el reloj del campanario daba los cuartos y me perdí sólo los que iban de las 3:30 a las 4:30), salimos a eso de las 7:00 de la mañana para enfrentarnos a nuestra primera etapa. Y si ya era dura de por sí (larga, sinuosa, dos altos, primer día) amaneció lloviendo y nos encontramos con muchos caminos encharcados y abundante barro de diferentes texturas. El paisaje es precioso, con ese encanto que tienen los bosques primigenios del norte de España.

Rápidamente te metes en el espíritu del Camino. Durante estos días no me dio tiempo a pensar mucho, pero la dinámica con los chavales fue muy buena (mejor con unos que con otros, pero es que no conectas con todos por igual). Y una de las primeras cosas que aprendes es a saludar a todos los peregrinos que te encuentras (los conozcas o no). ¡Buen Camino!


Camino de los altos de Metkiriz y de Erro

Pero no todo fue positivo. Nuestro comportamiento en el albergue de Larrasoaña dejó bastante que desear. Todavía los chavales no conocían las reglas (o no se dieron por enterados) y para mí fue un poco sonrojante estar en una habitación rodeado de gabachos intentando dormir mientras oíamos rugir a mi marabunta fuera. Al menos no me lincharon...

12/7/2000

Larrasoaña - Pamplona

15,2 Km

Aunque amanceció lloviendo de nuevo,  escampó enseguida y el cielo se fue despejando a medida que nos alejábamos de los Pirineos. Los primera gran parte de la etapa es muy parecida a la anterior, y se disfruta justo hasta que se llega a Villaba. Ahí ya se entra en el casco urbano que no abandonaríamos hasta el día siguiente. Esta es una de las peores cosas del Camino: atravesar grandes ciudades al final de algunas etapas. Y es que no se afronta de la misma manera el recorrido urbano a las 6 de la mañana cuando empiezas a andar que al mediodía con 20 Km entre pecho y espalda.


Un descanso durante el tránsito hacia el albergue

Pamplona en San Fermines es como una gigantesca pecera donde te puedes encontrar con todo tipo de fauna urbana: desde tíos desarrapados que no llevan ropa interior hasta yankis jugando al fútbol americano en las calles. 

El ambiente de fiestas me pareció bastante lamentable (supongo que por no tener mi sangre un alto contenido etílico), al igual que los tres peregrinos de Madrid que tuvimos la desgracia de padecer hasta que salimos de Logroño. Y es que cuando se va a hacer El Camino con un grito de guerra como Que rulen los petas poco positivo se puede sacar.

13/7/2000

Pamplona - Puente la Reina

23,5 Km

Durante esta etapa se sube el Alto del Perdón, que no es nada del otro jueves, pero no está nada mal (se puede decir que es la última tachuela de entidad antes de La Crois de Fer). La Piña se comportó de forma admirable y subimos hasta arriba a cañón, llegando a Puente la Reina bastante antes de lo esperado.


Tres componentes de la Piña bajando el Perdón

Sólo dos comentarios más:

  1. Bajando el Alto conocí a la primera persona con la que posteriormente he trabado amistad: Jose, el Nen de Motilla, con el que charlé durante un rato antes de dejarle un poco colgado (lo siento nen).

  2. Aunque físicamente no estoy como hace 5 años, con una mochila de unos 10 kilos a la espalda y cuesta arriba, ¡no hay quien me gane un sprint!. ¡Cómo se quedaron los chavales después de que les ganase las dos veces que corrí con ellos! Si es que tengo un tren inferior...

14/7/2000

Puente la Reina - Estella

22,1 Km


El famoso puente de Puente la Reina

Primera etapa dura para el que escribe estas líneas. Las piernas ya no me respondieron como el día anterior. En un momento dado intenté cambiar el ritmo subiendo una cuesta un poco empinada y no pude. Si a eso le sumamos que las ampollas empezaron a molestarme más de lo habitual se puede entender la pequeña frustración que llevaba encima. Para no quemarme demasiado hice la última parte de la etapa de coche escoba escuchando como Aída y Churri destrozaban una y otra vez unas cuantas canciones.

¡Menos mal que en el albergue de Estella pude meter los pies en el "abrevadero milagroso"!, lugar donde todo peregrino que se precie de serlo introduce los pies para aliviar el cansancio e intercambiar hongos con el resto de peregrinos. Y también para departir amigablemente con ellos. Allí fue donde hablé por primera vez con Inma o Fernando.

Aunque el día anterior ya se empezó a notar el cambio, se va realizando la transición que nos lleva del paisaje típicamente cantábrico al de la meseta, con la desaparición paulatina de las grandes masas de bosques de hoja caduca y la aparición de los primeros viñedos y campos de trigo.

15/7/2000

Estella - Los Arcos

21,3 Km

Muchas cosas que reseñar de este día. Por ejemplo la única fuente del mundo que todos los días del año da vino, en el Monasterio de Irache. La verdad es que estaba un pelín aguado, pero no te dejaba mal sabor de boca (para ser un fighter wine). La cuestión es que puedes echar un trago pero nada más. Pues el Nen de Motilla se llenó una botella de agua mineral y se la bebió enterita en Los Arcos.¡Menuda tajada llevaba el condenado!

También estuvo el bonito campo de lavanda al lado del que pasamos o nuestro encuentro que el primer personaje "mítico" del Camino, Pablito el de las varas, un simpático personaje que nos regaló vieiras para todos y junto al que nos sacamos una foto alrededor de una estela que había mangado en alguna ermita de los alrededores.

Y la primera soledad, que es el nombre que reciben los largos tramos del Camino que hay entre pueblos más distantes de lo acostumbrado, esas travesías del desierto en los que durante unas cuantas horas no ves más que trigo a tu alrededor sazonados con algún que otro árbol perdido.


En ruta hacia Los Arcos a través de la primera soledad

Y también mi primer cabreo contenido en el albergue cuando nos trataron de forma bastante displicente, como si nuestra peregrinación hacia Santiago fuese distinta a la del resto de la gente. ¿Se puede entender que habiendo plazas para todos nosotros en el albergue no se nos de y se nos lleve a otro sitio? Se puede asumir en el caso que o no queden plazas o queden menos de las que necesitemos. Pero en este caso yo no pude y no puedo comprenderlo. Para la mayoría de los hospitaleros dar acogida a un grupo es un problema, como si tuviésemos la lepra.

Finalmente fue donde trabé contacto por primera vez con Francesc, cantando La hogera de Krahe en la ducha. 

Es un asunto muy delicado
el de la pena capital.
Porque además del condenado
entra el gusto de cada cual.
...

16/7/2000

Los Arcos - Logroño

27,9 Km

Aquí cantó la chicharra por primera vez. Debido al calor el trayecto que nos llevó desde Viana hasta Logroño se hizo duro de verdad. Y es que cuando sobre tí tienes un sol de justicia...

El albergue de Logroño es seguramente el mejor de todos en los que he estado. Moderno, camas confortables, almohadas, la primera lavadora, duchas con agua caliente, una bonita fuente donde meter los pies y otras comodidades. El problema que tiene es que se encuentra en pleno barrio chino de Logroño, que no es el de Barcelona pero en el que con sacar la cabeza por la puerta puedes ver cosas que no se ven en otro sitio.

Aquí cenamos nuestro primer menú del peregrino (y último, ya que con la Piña no hubo más) y donde vivimos una situación bastante cómica. No tenían de todos los platos para todos y vivimos con el camarero (que parecía Tamarit) una situación bastante cómica mientras iba repartiendo los platos que le quedaban. Hubiese preferido ir al McDonnalds.

Y fue donde dormimos por última vez con los porretas de Madrid. Aun recuerdo dos gritos que lanzó uno de ellos cuando estábamos en las camas y se iba a fumar unos petas:  ¡Cómo huele a peregrino! o ¡Qué poco ambiente hay en este albergue!