Esta es una vista de la iglesia de Los Arcos, donde sucedieron algunos de los hechos más divertidos del día. Allí fue donde Jose el nen (no confundir con Jose mi jefe), después de pillar un pedo monumental con el vino de Irache, irrumpió en una boda que se celebraba (no hizo nada malo; sólo se dejo llevar por la felicidad que le embargaba)
Posteriormente en ella asistí a una misa bastante entretenida con alguno de los componentes de la Piña. Allí fue donde me di cuenta que los infieles no se desintegran al comer la sagrada forma (Stoker estaba equivocado). Finalmente asistimos a una accidentada bendición del peregrino donde el párroco del lugar, además de intentar despertar nuestras vovaciones, se pasó un poco con los peregrinos catalanes (que, un poco, se lo tenían merecido. ¡Mira que pedirle el texto de la bencición en catalán1)
Si afinas un poco la vista, podrás ver el lugar donde dormimos esa noche: en el suelo de una especie de sala de reuniones que se encuentra pegada a la Iglesia, a la derecha de la foto.