Juramento de fidelidad
Larry Niven y Jerry Pournelle
Acervo
Oath of fealty
1981

1982

Traducción César Terrón
377 páginas
Ilustración Joan Rigau

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Existen en la ciencia ficción una serie de temas recurrentes a los que, sucesivamente, distintos autores de diferentes generaciones regresan de vez en cuando para aportar su propia visión al conjunto. Uno de ellos es el de las llamadas arcologías, inmensas ciudades autosuficientes cuyos habitantes no tienen que salir al exterior ya que obtienen allí cualquier cosa que puedan necesitar. El concepto es interesante sobre todo porque, a medida que nos vamos adentrando en el siglo XXI, tal idea resulta cada vez más factible e, incluso, necesaria. Y es útil que alguien haga extrapolaciones acerca de su posible estructura o cómo se puede desarrollar la sociedad en su interior. Otras obras que abordaban las arcologías eran El mundo interior de Robert Silverberg o Las torres del olvido de George Turner, cuyas premisas fundamentales consistían en analizar el comportamiento del ser humano (tanto individual como en sociedad) en este nuevo ambiente. Juramento de fidelidad es otra muestra de este tipo de novelas, aunque su fundamento no es el mismo. Se aproxima el asunto desde la perspectiva del pseudo género en boga en los últimos veinte años, el bestseller.

Entiéndaseme bien. No tengo nada contra los libros que venden mucho. Me parece fantástico que un escritor alcance altas cotas de popularidad y consiga colocar una y otra vez sus obras entre las más vendidas. Sin embargo sí que me parece un poco fuerte que una serie de parepáginas, indistintamente del género que trabajen, utilicen con contumacia la misma receta sin importarles lo más mínimo que lo que vayan a contar pueda hacerse en el 10% del espacio utilizado, ni busquen una fórmula para innovar levemente respecto a sus anteriores libros. ¿Existe una manera fiel de identificar una novela de este percal? He aquí mi pequeña receta para detectarlas (bueno, además están todas en los mejores expositores de las librerías, pero imagínense que están en la librería perfecta en la que no existen ni clases ni privilegios). 

Un buen bestseller que se precie de serlo debe tener toneladas de personajes que justifiquen una ingente cantidad de páginas para desarrollar sus "interesantes" vidas. Estos empiezan la historia convenientemente solteros o inmersos matrimonios infelices, de forma que al final puedan estar convenientemente emparejados, viviendo a lo largo del argumento los romances necesarios para dar un poco de sal a sus grises vidas. El estilo narrativo utilizado para hacer avanzar la acción es el diálogo; los personajes hablan como cotorras para explicar cualquier cosa que ocurra y las descripciones son más que escuetas (aunque esto no es excesivamente cierto). Así se podría continuar desgranando los rasgos que nos hacen decir que un libro es un bestseller (aparte de que se haya vendido/venda/vaya a venderse como rosquillas). ¿Es esto intrínsecamente malo? Para nada. Pero es un indicio que se puedan encontrar toneladas y toneladas de libros con esta misma estructura.

Juramento de fidelidad es uno de ellos, que atesora su principal virtud (se lee en un suspiro) y la mayoría de sus defectos, acentuados más, si cabe, por los propios de sus autores. Hablando con claridad: una persona de derechas puede ser de derecha, de extrema derecha y como Larry Niven y Jerry Pournelle. No hay mejor propósito de intenciones que empezar una novela con un revelador Lo único preciso para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada, que dicho así, fuera de contexto, parece bastante inocuo e inocente. Sin embargo, a medida que se profundiza en el argumento y el desarrollo que le proporcionan los autores, es bastante fuerte. Al fin y al cabo, Juramento de fidelidad hace suya la célebre máxima de Maquiavelo. El fin justifica los medios.

Todos Santos es una arcología construida entorno al área metropolitana de Los Ángeles, independiente y que se nos presenta más o menos como una sociedad perfecta. Sus habitantes son completamente felices, viven en un entorno agradable en el que conviven sin tener ningún problema de convivencia y desempeñan trabajos saludables, modelnos y bien remunerados. Contrastando con este paradisíaco lugar, tenemos la ciudad de Los Ángeles y sus habitantes, unos amargados envidiosos cuyo mayor placer en la vida sería ver cómo Todos Santos acaba en el más absoluto fracaso. Entre estos infelices está un grupo de ecoterroristas de postín que se plantea llevar a cabo ese sueño que los pobres angelinos reprimidos no se atreven a llevar a cabo. Pero lo que estos no saben es que la arcología cuenta con el último grito en defensa de bastiones, dirigida por un cuerpo de seguridad que es el orgullo de todos sus habitantes, que jamás será derrotado.

Desde luego que Niven y Pournelle no presentan la situación como aquí la pinto. Son bastante hábiles y visten muy bien el paisaje y el paisanaje. No obstante su forma de introducir su sociedad ideal es sonrojante y torpe. En ningún momento son narradores imparciales presentando una hipotética situación de futuro en la que dos modelos de convivencia entran en conflicto, cosa que podía haber dado mucho juego. Toman partido y articulan un modelo, el suyo, completamente piramidal, con un señor feudal rodeado por unos fieles consejeros que lo dirigen todo y con el gran hermano vigilando para que los descarriados no perturben el cielo de los justos. Y como lo que quieren hacer es vendernos las bondades de su método, para hacer refulgir todavía más su invento, se pone alrededor de dicho paraíso algo así como el Pozo del Tío Raimundo. Además, para que a nadie le quede alguna duda de cuál es el mejor modelo de convivencia, los habitantes de la arcología son todos buenos, inteligentes y bondadosos, mientras que los de fuera malos, tontos y vengativos. Maniqueísmo en grado sumo.

Pero no se puede negar que tanto ambos atesoran oficio a raudales y saben contar una historia. Si se desconecta el detector de ideas tendenciosas, Juramento de fidelidad funciona desde el momento en que, como mera evasión, es muy agradable, que para eso satisface todas las bajas pasiones del lector. Pero si cuando lees no puedes evitar levantar el telón para ver qué es lo que se encuentra detrás, puede llegar a ponerte de muy mal café. 

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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