La llegada
|
Si hay algo que casi siempre me deja fascinado de ese pedazo de escritor llamado Joe Haldeman es el tremendo pulso narrativo con el que conduce cada una de las novelas y cuentos que ha escrito. Cierto es que podrá estar más o menos acertado en la conclusión de sus tramas, pero lo que no se puede negar es el tremendo oficio y saber hacer que suele desplegar en cada pedazo narrativo que escribe. Bueno, no siempre. Existe una clara excepción. Hace 5 años escribió Paz interminable, novela de futuro cercano temáticamente muy ambiciosa, que arrasó inexplicablemente con todos y cada uno de los premios que se otorgan en el género. Y con razón digo inexplicable ya que es una historia anodina, con una trama que deambula sin mucho sentido durante gran parte de sus más de 300 páginas, que intenta abarcar demasiadas cosas y que carece completamente del vigor usual en su prosa. Ahora Nova acaba de publicar esta novela que no ha recibido premio alguno y que resulta mucho más satisfactoria, sobre todo porque Haldeman consigue aunar dos características que parecen muchas veces reñidas: experimentación literaria y pulso narrativo. La llegada es una novela de primer contacto, que ha sido tratado mil y un veces por la ciencia ficción en otras tantas novelas y relatos, siendo muy difícil hacer algo novedoso con el tema. En este tiempo bestsellers enciclopédicos, cualquier otro escritor hubiese pergueñado un novelón de quinientas páginas cuyas cien primeras se utilizarían para presentar cada uno de los personajes y que, en las cuatrocientas últimas, se cruzarían (o no) constantemente, produciéndose enamoramientos no correspondidos, puestas de cuernos reiteradas, escenillas de sexo para caldear el ambiente, algún que otro momento tenso ante el acercamiento de los extraterrestres, y una conclusión con El Chico y La Chica dándose un buen morreo mientras contemplan el descenso de la nave desde una colina y saludando el comienzo de una nueva era de paz y prosperidad para el mundo. Haldeman huye de ésto imponiéndose desde el principio una extensión corta, cosa muy de agradecer, y una estructura narrativa bastante novedosa en el medio, muy cinematográfica. Utiliza un elevado número de personajes para desarrollar la historia, moviendo la atención narrativa entre ellos a medida que se van cruzando y entrecruzando en el pequeño microcosmos que acaba resultando la ciudad de Gainesville, lugar donde acontece la acción. Esto le da a la novela una gran agilidad al ir pasándose rápidamente la pelota unos a otros, cogiendo poco a poco un ritmo endiablado que no abandona hasta su frenética y fugaz conclusión. Haldeman más que centrarse en la grandeza del acontecimiento opta por analizar cómo afectaría el hecho a las personas de a pie y nos muestra cómo realmente, salvo el hipotético shock inicial, la vida cotidiana apenas se vería afectada. Esto le sirve además para "jugar" con los cachivaches típicos de cualquier novela de futuro cercano y anticipar algunos aspectos sobre nuestra sociedad dentro de 50 años. Toda la parte tecnológica parece bastante competente, cosa que no ocurre con la faceta que toca la política mundial. Y es que suena bastante estridente leer cómo dos países europeos del calibre de Francia y Alemania se encuentran en plena guerra, siendo la guinda del pastel el tener una Cataluña independiente, aspecto que no se entiende muy bien por qué narices se comenta cuando no hay mención alguna a otros países mucho más importantes que seguro tendrían mucho que decir sobre el tema principal. La llegada nos devuelve al Haldeman de sus mejores obras, aunando un recuperado pulso narrativo y una concisión digna de encomio, lo que conduce a una lectura engañosamente fácil y muy amena. Merece la pena echarle un vistazo. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2002
Este texto no puede reproducirse sin permiso.