La mente alien Relatos que contiene:
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Hace ya diez años que la publicación en nuestro idioma de los relatos completos de Dick quedó parada tras la aparición de El padre cosa, tercer volumen de los cinco que recogen de manera cronológica todos y cada uno de los cuentos que escribió a lo largo de su carrera. Como tenía ganas de echarle un vistazo a algunos relatos de su última etapa me hice con esta colección de la editorial argentina Colihue, seleccionados por Elvio E. Gandolfo, y la verdad es que he salido bastante decepcionado porque casi ninguno está a la altura de lo que se puede leer incluso en sus trabajos menos conseguidos. Entrando rápidamente en vereda, uno de los pocos que se salvan de la mediocridad es La fe de nuestros padres, donde retoma su obsesión sobre lo que se esconde detrás de lo que llamamos realidad y surgen dos de los temas capitales en su literatura: el efecto de las drogas sobre las percepciones y la amenaza del comunismo (que tanto le preocupaba). Para ello construye una historia que se desarrolla en una gran China donde el agua tratada con LSD hace que la figura de Mao se vea diferente a como realmente es. El relato arranca con bastante fuerza y se desarrolla con mucho tino, sumergiéndote en ese aire paranoico al que Dick era propenso. Sin embargo, inexplicablemente, se desboca hacia su final de forma precipitada, como si no hubiese sabido cómo desarrollar la historia por otro camino y lo lanzase anticipadamente hacia su prevista conclusión. Con Las prepersonas se te queda el mismo cuerpo; otro relato con un buen e imaginativo comienzo, mal y apresuradamente finiquitado. Trata el tema del aborto desde el punto de vista del militante pro vida que Dick era. En él desarrolla una sociedad en la que los padres no sólo pueden abortar mientras el feto está en el seno materno sino que disponen todavía de 12 años para poder hacerlo, viviendo la mayoría de los chavales en un ambiente de psicosis continua mientras algunos de sus amigos son "llevados" para no volver jamás, simplemente porque todavía no se les considera como personas. A partir de esta absurda situación el autor plantea el dilema sobre dónde se puede fijar el comienzo de la vida de un ser humano. Y se esté o no de acuerdo con lo que trata de exponernos, durante 20 páginas va desarrollando su discurso de forma clara y, por qué negarlo, admirable. Sin embargo no consigue llegar a ningún sitio. Y es que, como las historias más enjundiosas de la antología, parecen argumentos de algo más largo que por el motivo que fuese nunca llegó a desarrollar. También merece la pena la lectura de Algo para nosotros, temponautas, escrito en 1974 para la antología Última etapa. Supone un acercamiento a la temática de los viajes en el tiempo desde su particular perspectiva. Cuenta el fracaso de una expedición de temponautas americanos que, después de partir hacia el futuro sin ningún problema, reaparecen a los pocos días descubriendo que su misión terminó en el desastre. Al principio los personajes no parecen ser conscientes de lo que les depara el destino, pero paulatinamente van tomando conciencia de lo que les espera cuando descubren que ya han vivido esos sucesos anteriormente y se encuentran atrapados en un bucle infinito, creándose un ambiente muy angustioso y desasosegante. Y como no podía faltar un relato sobre si la realidad está realmente dentro o fuera de nuestras cabezas, ahí está La hormiga eléctrica, una historia que trata sobre la fragilidad del sentido de la realidad y de la tenue frontera que en el futuro separará lo humano de lo no humano. ¿Y el resto? Tonterías sin sentido sobre cómo un flíper puede amenazar tu vida (Partida de revancha), el horrible destino que les espera a los que matan a sus pobres animales de compañía (La mente alien) o qué pasaría si Marvin el marciano invadiese la tierra en plan La guerra de los mundos, incluyendo la versión más chorra de cómo se les derrota después de la muerte por resfriado (La guerra contra los fnulls). La traducción realizada por Pestarini (uno de las más renombrados conocedores del género en nuestro idioma) me ha parecido poco neutra, con abundancia de localismos sudamericanos y elecciones más que cuestionables en muchas palabras, como utilizar concreto por hormigón o ambiente por habitación. La mente alien es una antología bastante decepcionante de un escritor que, a pesar de no ser uno de los que mejor se desenvolvía en las narraciones cortas, ha dado mucho más en otras antologías. De alguien que escribió La segunda variedad, Impostor o Humano es se espera mucho más. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2002
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