Los genocidas
Thomas M. Disch
Nebulae
The genocides
1965
1979
Traducción Ariel Bignami

198 páginas
Ilustración de Nelson Leiva

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     En los últimos años he notado que pocas veces me siento impresionado después de acabar una novela. Por eso, de vez en cuando, rebusco en mi biblioteca para intentar reencontrarme con esas sensaciones largo tiempo olvidadas y que difícilmente hallo en los libros que leo actualmente. Y recientemente he recuperado dichas impresiones con la relectura de esta obra, primera de Disch, y que ya dejaba traslucir el genio de uno de los narradores más importantes y desconocidos del siglo.

     Antes de comentar brevemente la obra decir que me encuentro ridículo cuando hablo de esta forma pero todo lo que digo es cierto. Todos aquellos que me conocen saben que cuando me refiero con estos calificativos sobre algo o alguien no lo hago gratuitamente, es lo que me parece y lo que siento. Yo no estoy a sueldo de ninguna editorial y si el autor me parece un papanatas directamente no leo el libro.

     Disch es un escritor atípico dentro de la CF americana, ajeno a modas, directo, sincero y bastante fiel a sí mismo: dice lo que piensa sin hacer nunca ninguna concesión. Todo esto, acompañado a que no es precisamente muy popular en su país (no me extraña en absoluto), le han obligado en las dos últimas décadas a reorientar su producción hacia el terror donde ha dejado, ¡cómo no!, su impronta de calidad con dos novelas absolutamente imprescindibles como El ejecutivo y Doctor en medicina.

     Los genocidas cuenta la historia de cómo la humanidad se enfrentaría a una invasión alienígena diferente a la habitual. Unas semillas han sido sembradas por extraterrestres por toda la tierra y germinan por doquier sin que se pueda hacer mucho por evitarlo. Poco a poco el hombre va perdiendo la batalla por recuperar el planeta y se ve obligado a a retirarse al campo donde se agrupa en pequeños grupos autosuficientes que viven rodeados por plantas de unas decenas de metros de altura.

      Este es el punto de partida del que arranca Disch para contarnos la caída al abismo del ecosistema del Planeta, utilizado por una inteligencia superior como utilizamos nosotros muchas veces las cosas que nos rodean: sin importarnos los efectos de nuestras acciones. De esa manera el ser humano se convierte en el parásito del huerto que hay que eliminar si no se quiere perder la cosecha.

     Es una historia triste y dura, narrada sin ningún tipo de concesión hacia el lector porque eso adulteraría el mensaje final. Se agradece que de vez en cuando alguien se aleje de la norma, prescinda del final feliz que tantas veces es forzado y muestre la cruda realidad tal cual es. Eso convierte la experiencia de su lectura en algo a tono con su argumento, es decir, que no es muy aconsejable leerla si se está en plena depresión por si todavía te hunde más.

     Si piensas que la CF es todo alegres personajes volando en naves espaciales y disparando lasers continuamente este es un buen comienzo para romper estereotipos. Una pena que no se pueda encontrar hoy en las librerías normales y haya que recurrir a las de segunda mano para poder hacerse con un ejemplar.

     Para terminar, no puedo evitar citar las últimas líneas de la novela todo un alarde de concisión y dureza:

La Naturaleza es pródiga. De cada cien plantas solamente una o dos sobrevivirán; 
de cien especies solamente una o dos. El hombre no.
 

© Ignacio Illarregui Gárate 2000
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