Muero por dentro
Robert Silverberg
Martínez Roca
Dying inside
1972

1987

Traducción Carlos Rodríguez
200 páginas
Ilustración Jim Burns / Young  Artists / Thomas Schlück

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Es un poco frustrante ver cómo ciertos clásicos del género se pudren en el más absoluto de los olvidos mientras otras obras bastante menores, por no decir otra cosa, permanecen siempre a disposición de los potenciales compradores. En especial resulta sonrojante descubrir que la única manera de conseguir títulos como Incordie a Jack Barron, Todos sobre Zanzíbar, Los Genocidas o la mayoría de las obras de Philip K. Dick o Robert Heinlein es acudiendo al mercado de segunda mano, donde además de no tener seguro encontrar lo buscado corres el peligro de caer presa del desaprensivo de turno. Afortunadamente poco a poco parece que las editoriales están empezando a afrontar la reedición de estos clásicos, incluso en proyectos de amplio calado como la publicación de las obras completas de Philip K. Dick que acaba de retomar Minotauro. Sin embargo otros autores y libros tendrán que esperar mucho tiempo para poder volver a ser vistos en las librerías españolas. Y es una pena que nadie piense en Robert Silverberg para reeditar al completo las obras escritas entre los años 1968 y 1972.

¡Ah! El 68. ¡Menudo año! Importante incluso para la propia ciencia ficción, por aquel entonces buyendo de actividad debido a la new wave, con una serie de escritores profundizando en los personajes de sus narraciones como nunca antes se había hechoAquél fue el momento en el que un prolífico y eterna promesa llamado Robert Silverberg dejó de crear naderías fácilmente olvidables y comenzó a ganarse un puesto en el Olimpo del género a base de escribir novelas y relatos memorables. Cierto es que no todo lo que publicó durante ese periodo alcanzó el mismo nivel, pero títulos como Tiempo de cambios, Regreso a Belzagor, La torre de cristal, El libro de los cráneos o El mundo interior son una buena muestra de ello. Muero por dentro es su principal aportación a la temática de habilidades paranormales y en ella analiza exhaustivamente cómo podría ser la vida de una persona con estos poderes en nuestra sociedad cotidiana.

David Selig es un telépata que está empezando a perder su capacidad para leer el pensamiento de los otros. Toda su vida ha sido capaz de leer la mente de la gente que se encontraba a su alrededor y ahora, paulatinamente, se ve privado de esa habilidad. Lejos de haber tenido una vida de éxito, malvive sin un duro en un cuchitril de Nueva York mientras se gana la vida realizando trabajos para los universitarios que no quieren sudar demasiado durante el curso. Los sentimientos que despierta en sí mismo su "enfermedad" son contradictorios. No quiere perder aquello que le hace superior al común de los mortales pero se siente liberado. La telepatía es la causa fundamental que le ha alejado de los que le rodean y constituye una barrera más que efectiva que no ha sido capaz de sobrepasar.

En todo momento podía penetrar en los sentimientos del otro y mirar en lo más profundo de su alma. Al principio la situación le gustaba, sobre todo durante la adolescencia donde fue aprendiendo a controlar sus habilidades para escrutar los más profundos secretos de sus familiares y amigos. No obstante, con el paso del tiempo y a medida que fue sufriendo desengaños, el muro que le separaba de sus semejantes creció y le aisló completamente.

Para Selig no hay nada peor que descubrir cómo le ven las personas que más quiere, contemplarse a través de los ojos de lo otros. Básicamente porque se ve como el otro le ve, con alguna de las virtudes que cree tener y muchos de sus defectos potenciados al máximo, acentuándose el rechazo por el terrible sentimiento de culpa que le asola cada vez que entra en contacto con otra mente. Y alguien que no debería tener problemas para relacionarse con los demás, debido a esa facultad que podría ser considerada como un don, termina en la más absoluta soledad.

Silverberg aborda esta situación como si fuese la resolución de un rompecabezas, partiendo desde la perspectiva de lo que son los últimos días de "esplendor" de Selig antes de perderse para siempre en el resto de seres humanos, y pasar posteriormente a ofrecer breves retazos de diferentes períodos de su vida que van enriqueciendo y a la vez desglosando poco a poco su personalidad.

No quería terminar mi breve comentario sin hacer referencia al insólito alarde de exhibicionismo del que hace gala su autor. David Selig es una transposición al papel de Robert Silverberg. Hay muchos indicios que invitan a pensarlo, como el que compartan año de nacimiento, que los dos sean judíos o tengan la misma formación universitaria. Además, durante la lectura se tiene la sensación de que gran parte de los sentimientos de Selig surgen de algo más que la creatividad del escritor. Hasta el año 1972 Silverberg era capaz de escribir gran cantidad de libros por año, siendo raro aquel en el que no sacase al mercado 4 novelas diferentes. Sin embargo a partir de entonces los engranajes que se movían en su cabeza empezaron a ralentizarse y sufrió un bloqueo del que no salió hasta varios años después. Es como si la tragedia de Selig al perder su poder estuviera ligada de alguna forma con la tragedia de Silverberg al no ser capaz de escribir, como si ese bloqueo estuviese empezando a sufrirlo mientras escribía Muero por dentro y parte de sus frustraciones saliesen reflejados en el papel al sentir agotarse el flujo creativo. Puede que esté equivocado, pero no podía pasar sin dejarlo aquí escrito.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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