Piscis de Zhintra
Víctor Conde
Artifex
Marzo de 2002
236 páginas
Ilustración Luis Royo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si alguien recuerda las portadas de Luis Royo que solía endosar a sus libros el editor de la colección Gran Superficción de Martínez Roca, seguro que no pudo eludir la pregunta de qué narices tenían que ver con el contenido de la novela, con el que nunca estaban relacionados. Ahora, bastantes años después de que aquella colección se fuese al garete, volvemos a encontrar en nuestro mercado un libro con una portada realizada por el gran ilustrador aragonés. Pero, ¡o sorpresa!. Sin que sirva de precedente por fin se utiliza con bastante más sentido. Porque además de lucir esplendorosamente y servir de reclamo para cualquier esporádico comprador, cosa que ya hacían en el pasado, en este caso sí pone rápidamente en la onda de la novela, ni más ni menos que una aventura futurista conducida por una mujer cañón dispuesta a utilizar todas sus "armas" para salir adelante.

Curiosamente esta visión recuerda a los tebeos de Barbarella o de Lorna, su versión hispana, con las que Piscis tiene mucho que ver: una mujer surgida del sueño de un machista, aficionada a un vestuario minimalista, que recorre unos escenarios repletos de colorido bastante reñidos con la lógica racionalista/posibilista que preside los ambientes típicos de la ciencia ficción.

Esta breve descripción sería motivo suficiente para santiguarse, dejar el libro sobre el expositor y alejarse con celeridad. Sin embargo, una vez más, los caminos del prejuicio son excesivamente aventurados; parece mentira que algo así de simple, nimio y criticable, tan cercano al planteamiento de una hipotética película protagonizada por Pamela Anderson, pueda resultar no sólo entretenido sino que, hasta cierto punto, defendible,  revelándose como una aceptable novela pulp escrita con el suficiente salero como para reconciliar al más exigente lector con esta forma de literatura largo tiempo desaparecida de nuestro mercado.

Víctor Conde es muy consciente de los mecanismos que hacen funcionar este tipo de historias y lo pone en práctica de una manera fiel, ofreciendo una narración de ritmo sostenido, a veces trepidante, en el que se van concatenando con una relativa gracia las diferentes situaciones de peligro y los convenientes diálogos situacionales, manteniendo un ritmo uniforme sin caer en los siempre peliagudos tiempos muertos. Además, a la manera de las largas series de aventuras con personaje fijo, capa completamente su desarrollo, de forma que permanezca impertérrito independientemente de lo que haya ocurrido a lo largo de la novela; la Piscis del principio y la del final son exactamente la misma a pesar de lo que le acontece.

Otra de las características pulps que pone en juego es la total ausencia de rigor científico o tecnológico. No obstante, esta libertad creativa que en otras narraciones se asume sin mucha dificultad, aquí llega a poner en cuestión la propia credibilidad como narrador del autor al exigir éste una mayor suspensión de incredulidad de la que se puede estar predispuesto a dar. Es posible que las licencias que se toma fueran veniales hace 60 años, o que en otro medio como el cómic pudieran funcionar (sobre todo si el ilustrador es lo suficientemente hábil). Pero hoy en día, en un libro de ciencia ficción, con la tradición que tiene ya a sus espaldas y viendo el público al que está destinado, debería haber cuidado un poco más las formas.

Si no se está dispuesto a hacer el esfuerzo de obviar su simplicidad y se busca una novela con una prosa muy acabada, profunda o compleja, que vaya más allá de un mero entretenimiento, mejor olvidarse de Piscis de Zhintra. Pero si lo que interesa es una historia corta como las que se hacían antaño, escrita con sencillez, repleta de ingenuidad y escenarios estrambóticos, éste puede ser tu libro. Yo me lo he pasado lo suficientemente bien con él como para pensar en repetir con el siguiente.

© Ignacio Illarregui Gárate 2002
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