Sexo alienígena Relatos que contiene:
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Si la ciencia ficción a lo largo de su ya dilatada historia ha servido como estilete de los más diversos temas, desde la sociología y la política a los meramente tecnológicos, pasando por la evolución humana o cómo será nuestro futuro cercano, hay algo inherente a todos nosotros que no podía eludir a pesar de ser un absurdo tabú: el sexo. Entiéndase por sexo no su acepción facilona de historias eróticas subidas de tono sino la exploración de la relación entre hombres y mujeres, cómo se asumen los roles sexuales, qué pasa cuando se rompen estas "barreras", y también la manera de reflejar algunas de nuestras obsesiones más recurrentes. Ellen Datlow, junto a Garner Dozois uno de los editores más competentes e inteligentes de la literatura fantástica, recoge en este libro múltiples visiones de estas miradas que abarcan un período de 20 años anteriores a su publicación. El marco temporal es tan limitado porque hasta la irrupción de la new wave a finales de los 60 la censura implícita existente tanto en la mente de los autores como en las publicaciones en las que aparecían sus relatos no había permitido tratarlo con la dimensión que después cobró, y los que sí lo hacían ya habían sido recogidos en otra antología llamada Extraños compañeros de cama. Sin embargo se echa de menos alguna muestra del machismo inherente a la mayoría de los relatos de los años 40 o 50 (cuyo paradigma puede ser perfectamente Las frías ecuaciones de Tom Godwin, donde aparece la mujer objeto por excelencia) Las narraciones que más he disfrutado son las que tienen una miajina de humor en su tono, sea éste del tipo que sea. Uno de los más divertidos es el tremendo análisis con el que Larry Niven disecciona la hipotética vida sexual de Superman. En Hombre de acero, mujer kleenex, con la precisión de un científico, establece sin ningún género de duda que el superhombre por excelencia del cómic iba a tener serios problemas no sólo para mantener relaciones sexuales con sus compañeras humanas sino también a la hora de tener un hijo utilizando algún método de inseminación. Lo mismo se podría decir de ¿Cómo es la vida nocturna en Cissalda?, vuelta de tuerca al recurrente tema de la invasión extraterrestre realizada esta vez por seres que se alimentan de la "energía sexual" liberada en el momento del orgasmo y que parasitan a todo ser humano que encuentran por delante, llevándoles hasta una "plancentera" muerte por agotamiento. El contrapunto de estos dos escacharrantes divertimentos se puede hallar en sendos relatos intimistas sobre la relación entre hombres y mujeres. Maridos de Lisa Tuttle funciona como un corrosivo tríptico que trata en tres pasajes diferentes la relación de dependencia existente entre hombres y mujeres. El más satisfactorio es sin duda el primero donde compara los tres maridos del personaje central con tres animales diferentes, haciendo gala de unas deliciosas gotas de ironía. En otro registro, aunque sin perder esa sana ironía, está escrito Su peludo rostro, que a partir de algo tan enfermizo como la atracción que siente un hombre por una orangutana a la que han potenciado su inteligencia retrata cómo evoluciona un desorden emocional y las miserias rutinarias que acaban siendo la tumba de una relación de pareja. Más trasgresores en sus propósitos son Balanzas, El íncubo de Jamesburg y Pollos sin cabeza, que ofrecen imágenes bastante contundentes y subversivas. Los dos primeros se centran en la figura del vampiro y su indudable atractivo sexual actualizando el primero el mito de la Lamia y el segundo el de los íncubos. Mientras, Edward Bryant, a partir de la repulsión que produce la manipulación, consigue en el suyo remontar el vuelo con unas dos últimas y perturbadoras páginas que quitan literalmente el aliento. Alejándose de este prisma y tratando las relaciones entre seres humanos y sus posibles relaciones sexuales con otras "inteligencias", es clarificador Rescate al borde de la carretera de Pat Cadigan, que gira en torno al encuentro entre un conductor al que se le ha averiado el coche y un extraño ser extraterrestre que quiere que le "pague" en forma de favores sexuales la ayuda que le acaba de prestar. Pero para ese ser el sexo no tiene que ver con lo que nosotros entendemos como tal sino con algo tan "absurdo" como el sonido de nuestra voz. Aunque si lo que se busca es algo ciertamente alienígena no hay nada como Omnisexual de Geoff Ryman, un cúmulo de extrañas imágenes de un lirismo altamente evocador pero tan oscuramente metafórico que resulta prácticamente imposible de desentrañar. El resto, incluyendo el relato de Tiptree, Jr., resulta bastante olvidable, aunque es necesario decir que Excitación, escrito por el hijo de Richard Matheson, apesta a convencionalismo barato y a "si pones los cuernos a tu marido, serás castigada". Lo que no impide que el volumen sea recomendable como un completo cúmulo de las diferentes perspectivas desde las que un género tan aparentemente clásico y poco abierto a nuevas visiones como la ciencia ficción ha tratado este tema. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2002
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