Unicornios sin cabeza
Rafael Marín
Ultramar
Julio de 1987
214 páginas
Ilustración Toni Garcés

Relatos que contiene:

  • Un payaso arrepentido

  • Habrá un día en que todos

  • Otros días, otros sueños

  • Mein führer

  • Ángel exterminador

  • Nunca digas buenas noches a un extraño

  • La luna pálida

  • Un ligero sabor a sangre

  • Como el paisaje roto

  • Dos caminos de la arena

  • Métalas

Descatalogado. Disponible en la
Librería Miraguano
por 395 pts

 

 

 

 

 

 

 

     Es muy difícil de explicar para alguien ajeno al género lo que supuso en su momento la revista Nueva Dimensión. Durante toda la década de los setenta decir CF en España era decir Nueva Dimensión. Algunos de los buenos escritores de género que hoy tenemos (como Rafael Marín, Juan Miguel Aguilera, Javier Redal o Juan Carlos Planells) se dieron a conocer en dicha publicación. Y a pesar de que desapareciese antes de que yo cumpliese 7 años para mí también es muy importante. Fue mi descubrimiento de que aquí en España se puede escribir tan buena CF como en EEUU, Gran Bretaña o Polonia. Y el relato que me hizo ver esto fue Nunca digas buenas noches a un extraño escrito por Rafael Marín (Trechera), que apareció en el número 129 de la revista.

     Dejadme que me dé un poco de nostalgia. Yo sabía de la existencia de dicha revista pero ni me había planteado el poder comprar un sólo número. Aquí en Santander no hay Gigamesh y la única librería de segunda mano que conozco no maneja este género. El caso es que, contando unos 17 años, estaba un día buscando una papelería donde comprar pegamento (en una de mis numerosas batidas por el centro en busca de algo que leer) y entré en una pequeña tienda enfrente de la Plaza de la Esperanza. Como el dependiente estaba atendiendo a alguien me dio por mirar en las estantería y allí vi unos 30 ejemplares de la revista a la venta al precio de portada. Aquel día me llevé mi primer ND a casa. Periódicamente (cuando mi poco boyante economía y los bloqueos que sufro a veces me dejaban) acudía al local a comprar un nuevo número. Al principio con ilusión, después por costumbre. El contenido de la revista era bastante irregular. Frente a números con relatos espléndidos podías encontrar con otros bastante malillos. Y entre la producción patria pocos había que realmente me gustasen. Hasta que me compré el número 129.

     Nunca digas buenas noches... cuenta la historia de Ebenezer Steel, un detective privado que vive en una Holanda totalitaria, regida por un dictador que vive en un Palacio de Cristal junto a un computador encargado de controlar la situación y rodeado de un ejército de cyborgs que mantienen el orden. Steel es contactado por una célula de rebeldes con el objetivo de asaltar el Palacio, secuestrar al dictador y desconectar el ordenador. 

     El relato toma la estructura de un "asalto al nido de las águilas", la típica historia de misión imposible en la que el intento parece abocado al fracaso. En él, lejos de los excesos (supuestamente más literarios) de algunos de sus textos más recientes como La leyenda del navegante, nos encontramos con el Marín contenido, claro, directo y entretenido; el de los comienzos, donde la narración estaba por encima del estilo, donde para describir una emoción o una ambientación no utilizaba tres anticlimáticas páginas. Y de ello se beneficia la historia que se convierte en una absorbente espiral de sucesos que desembocan en un dramático y soberbio final abierto (no siempre es mejor contar qué le ocurre al protagonista)

     Y acompañando a esta joya del género se encuentran otros relatos inferiores en calidad, algunos mejores otros peores. Entre los buenos destacan Un payaso arrepentido, donde utiliza ése estilo tan coloquial de sus primeras historias (más o menos como el utilizado por Pérez Reverte hoy en día), Mein führer, un divertido relato de viaje en el tiempo sobre una estrambótica sucesión de causas - efectos, y Un ligero sabor a sangre, un corto de los de final sorpresa.

     Entre los peores Otros días, otros sueños, típica historia que sólo entiende el autor y que resulta ininteligible para los simples mortales, o La luna pálida, una muestra del peor Marín con una narración sobrecargada de adjetivos y barrocas descripciones.

     Sinceramente, una agradable antología a precio inmejorable y con una de las escasas obras maestras del género escritas en nuestro país.

© Ignacio Illarregui Gárate 2000
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