Franco. Una historia alternativa Relatos que contiene:
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Éste es un libro ciertamente singular: una antología temática de literatura fantástica hecha íntegramente en España. No es precisamente la primera; sin ir muy lejos en el tiempo Espiral, una editorial de distribución muy limitada, publicaba hasta hace dos años recopilaciones de las mejores historias que concurrían a su premio de relato. Concurso que al tener cada año un tema fijo (globalización, la estación espacial internacional,...) convertía dichos volúmenes en antologías temáticas. Pero creo que ésta es la primera ocasión que, imitando el modelo anglosajón y desde el ámbito profesional, un seleccionador encarga a varios autores una historia de temática más o menos cerrada y la inserta entre otras historias ya publicadas para ofrecérselas a los lectores. Una forma de trabajo que, con variaciones, nos ha permitido disfrutar de libros como Hitler victorioso, Sexo alienígena, Última etapa, Vampiros, Extraños compañeros de cama,... y que pone de manifiesto que las cosas, en lo que a la edición de este tipo de literatura, están cambiando a mejor. Y ya era hora.
Comenzando a analizar su contenido por las tres reediciones que incluye, es obligatorio comenzar por la novela corta situada al comienzo de Franco. Una historia alternativa: “Ñ”. Como el resto de historias estamos ante una ucronía (narración en la que los sucesos históricos han tomado un curso diferente al que conocemos) cuya mayor pega está en un escenario tan bien urdido que todos los demás elementos resultan eclipsados. En “Ñ” David Soriano invierte los papeles del nacionalismo catalán y español situando el punto que cambia la Historia en el siglo XIV, cuando la peste diezma Castilla y es anexionada por la Corona de Aragón. A partir de ahí todo se desarrolla bajo esas nuevas coordenadas sin alejarse demasiado de cómo recordamos la Historia, alterando únicamente ciertos momentos (por ejemplo, la guerra de sucesión pone a un Austria en el trono). “Ñ” se sitúa al comienzo de la transición tras la muerte del general Feliubadaló, caudillo de Espanya, cuando el antiguo gerente de la Comunitats de Castella y presidente de Izquierda Comunera retorna del exilio con vistas a participar en las primeras elecciones democráticas. Mientras, la facción más dura del gobierno centralista de Lleida planifica su asesinato durante el partido de fútbol de máxima rivalidad Pucela-Lleida.
A parte de su cuidada escenografía, repleta de contradictorios ecos de nuestra España, destaca la cuidada translación que hace el autor de la Historia reciente del país. En la transición que se vislumbra en "Ñ" hay múltiples elementos borrosos, críticos, lúgubres,… que, en virtud al acercamiento preparado nos permiten observar dicho periodo bajo un prisma oscuro aderezado con el punto de humor negro justo para alejarse del cuento de hadas beatífico y ejemplar con el que se ha vestido en los últimos años.
El siguiente relato que ve en Franco. Una historia alternativa una nueva impresión es “Baraka” de Rafael Marín, una historia bien resuelta en la que el viaje en el tiempo y los universos paralelos se entrecruzan y se ponen al servicio de uno de los momentos cruciales previos a la Guerra Civil: el viaje de Franco hasta Tetuán para ponerle al mando del ejército en África. La última historia que ya había sido publicada previamente es “Los hijos de nuestros hijos”, una narración que utiliza la variación histórica para hacer hincapié en sentimientos como el desarraigo, el extrañamiento, el amor por la tradición y el olvido de las raíces. Lo más interesante está en el escenario que urde José Antonio del Valle. Al igual que en “Ñ” volvemos a tener una situación especular, con una Jerusalén donde los judíos viven en un ghetto rodeados de palestinos y la Alemania nazi es una potencia equidistante de los EE.UU. La pena es que el desarrollo se nota apresurado, apuntando demasiadas cosas que no se concretan y otras que quedan en un nivel de abstracción demasiado elevado. Como curiosidad, argumentalmente no se parece en nada al resto de piezas y viene a ser la carta blanca que nadie sabe lo que hace ahí a la que todo seleccionador tiene derecho en su antología.
Pasando ya a los relatos inéditos, escritos específicamente para aparecer en Franco. Una historia alternativa, la mayoría mantienen un nivel más que aceptable, situándose en el arquetípico mundo en el que los nazis han ganado Segunda Guerra Mundial y Franco se encuentra ante un orden mundial muy de su gusto. El más divertido es, sin duda, “El Derbi”, de Pedro Pablo G. May, con el que ganó el premio Pablo Rido 2004 (del que, curiosamente, fui jurado). Su argumento recuerda sensiblemente al de “Ñ”, al transcurrir su clímax durante un partido de fútbol, esta vez una final de copa entre el Real Madrid y el Atlético, aunque ahora el tono es bufo al ciento por ciento. Para que se hagan una idea, resulta que un avejentado Adolf Hitler va a asistir al palco del estadio padeciendo las primeras fases del Alzheimer. La manera que han ideado los servicios de inteligencia para “liberarle” de ese mal es matando delante suyo a Pelé, jugador del Real, cuando levante la copa del generalísimo. Así de paso enviarán un mensaje de fuerza a los EE.UU. con vistas al próximo mundial de fútbol, en el que la selección de este país, con Pelé a la cabeza, es la máxima rival de la todopoderosa Alemania. Cierto, todo suena a locura, pero May no deja que “El Derbi” caiga en el histrionismo y se le escape de las manos, bordando una historia ágil que se disfruta de principio a fin.
Una locura un tanto diferente “emana” de “El Ángel Rojo”, de Javier Negrete, un relato de superhéroes en toda regla que hilvana la mejor tradición de la Marvel o DC con la narración nostálgica de juventud. Situada en un ambiente escolar que todo alumno de colegio de curas apreciará como veraz, relata el encuentro de tres niños con un vagabundo herido que pasa por ser el heroico Ángel Rojo (un Superman sin problemas de copyright), superhéroe norteamericano enviado por el gobierno de EE.UU. a destruir al general Franco (un supervillano que ha trascendido el paso del tiempo). Contado en primera persona por uno de los niños, reproduce con realismo la voz de un chico de 10 u 11 años atrapado en una familia años 60 a lo, es un ejemplo, Cuéntame, fascinado por el mundo de los clandestinos tebeos estadounidenses y que tiene que sobrevivir a la tópica pandilla de macarrillas que le hace la vida imposible. No obstante el contraste entre esta verosimilitud con el colorismo secular de las personajes embutidos en mallas y capa bordea la frontera del ridículo. No porque Negrete lo haga mal, que para nada, sino porque son elementos tan disímiles que resulta casi imposible hacerlos funcionar juntos y suspender la incredulidad del lector si se mantienen, como aquí ocurre, cada uno en su esquina del cuadrilátero temático.
Cambiando de tono y de registro, en “Camino del cielo” Santiago Eximeno relata el viaje de un español hasta los campos de exterminio que en los años 60 están llevando a cabo, de un vez por todas, una demorada solución final. Como siempre en Eximeno, la atmósfera y la angustia del personaje ante su situación personal están cuidadas al máximo y son la gran baza de un cuento sólido al que sólo se echa en falta un punto más de sofisticación argumental.
A su vez, en “Arquitectura fascista”, de Ramón Muñoz, nos encontramos ante un envejecido José Antonio Primo de Rivera que le cuenta a un joven su vida y obra, incluyendo la colonización española del Congo Belga a finales de la década de los 50. Un relato con dos niveles bien diferenciados que se encuentran descompensados. La sección costumbrista en la que un joven se relaciona con alguien mucho mayor, generándose un flujo simpático entre ambos, raya a buena altura. Mientras, el relato de ese pasado en el que nos introduce Primo de Rivera está absolutamente desequilibrado. Cuando comienza a rememorar su paso por la Guerra Civil, los cambios históricos respecto a nuestra realidad, todo lo que le llevó a África, su relación con los políticos de la época, su idea de lo que debía ser falange… su voz se apodera de la narración y la transforma en un soliloquio de páginas y más páginas que termina trascendiendo las historias que los abuelos cuentan a sus nietos para caer en el puro exceso. Definitivamente, se termina haciendo muy pesado. Como colofón, “Arquitectura fascista” carece de un final y queda colgado, dejando la sensación de estar ante una obra más extensa de la que sólo hemos recibido una parte.
Eduardo Vaquerizo, en “Luz inhumana”, pone a un científico de la República en el asediado Madrid de la guerra a fabricar el arma definitiva, y mientras recuerda la trayectoria que le ha llevado hasta ahí. El argumento pasa por una serie de lugares comunes un tanto manidos pero la factura es más que correcta. Otro tanto de lo mismo se puede decir de “Dos niños jugando”, de Juan Miguel Aguilera, que en un relato en tres actos se detiene en dos momentos clave en las vidas de Francisco Franco y Ramón Franco para darles la vuelta: el primero cuando fue herido en 1916 en Marruecos y el segundo cuando participó en la insurrección pro republicana Queipo de Llano en 1930. Y, a continuación, funde ambos hechos bajo un factor aglomerante que, aun siendo un tanto increíble, funciona. Especialmente reseñable resulta el pasaje en el que Aguilera reproduce el aire sainitesco que tuvo la insurrección de Ramón Franco y la toma del aeródromo de Cuatro Vientos.
A parte de estos relatos, Franco. Una historia alternativa incluye una presentación del seleccionador en la que Julián Díez introduce la temática ucrónica, asienta sus bases y expone cuáles sus pilares fundamentales, y un epílogo de Alfonso Merelo que glosa las ucronías escritas en España. Todo hay que decirlo, de una forma un tanto heterodoxa. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2006
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