Cismatrix |
Cismatrix iba camino de convertirse uno de esos imperdonables títulos olvidados por los editores españoles. Por fortuna, Bibliópolis tuvo el acierto de recuperarla del olvido el año pasado. Durante su lectura ha habido instantes en los que no me he enterado de la misa la media; me he perdido en un marasmo de nombres, corrientes políticas, chocantes elipsis de decenas de años, alteraciones científico-tecnológicos difíciles de intuir... Sin embargo me ha gustado, incluso diría que bastante. Y creo que ocurrirá lo mismo con todos los que experimenten mi debilidad por la capacidad de la ciencia ficción para evocar el cambio. Cismatrix tiene lugar en el futuro a unos cientos de años vista con parte de la humanidad fuera de la Tierra, sin poder retornar a su antiguo hogar y escindida en dos grandes "grupos": los formistas, que controlan y alteran sus organismos por medio de la genética, y los mecanistas, que hacen lo mismo a través de las máquinas. No obstante, condensar el complejo tejido humano que puebla el sistema solar en estas dos familias es un ejercicio de reducción que atenta contra el espíritu que imprime Sterling a la obra. Cada una se halla dividida en un enmarañado espectro de ideologías políticas y tendencias sociales que proclaman desde el enfrentamiento beligerante a la distensión y el acercamiento, pasando por otras que buscan trascender este problema y llevar a la humanidad a metas más lejanas. A pesar de sus taras, que las tiene, me ha cautivado el modo en que se utiliza el escenario, los avances tecnológicos, los conceptos futuristas o la potencialidad del lenguaje, orientados todos a transmitir que sólo es viable un futuro si hay movimiento, mutación, evolución, transformación,... En una sola palabra, cambio. Lejos de describir un entorno asequible en el que nos podamos sentir cómodos, un escenario familiar construido a base de clichés y absurdas (por fuera de lugar) referencias a nuestro presente o nuestro pasado, Cismatrix nos sitúa ante una variación conceptual de tal calibre que cuesta horrores asentarse en ella. El conjunto se posiciona tan por delante de lo que esperamos encontrar, y la inmersión resulta tan violenta, que muchas veces nos hallamos perdidos intentando asimilar la información recibida y descubriendo que, cuando parece que lo hemos logrado, se ha producido un giro que destripa nuestra comprensión. Afortunadamente dicha tarea no está abocada al fracaso y del caos surge una realidad ajena a la nuestra pero, también, misteriosamente familiar. Cismatrix es una de esas novelas que produce inquietud y desasosiego. Sin llegar a la brillantez de Neverness o Luz, pero con su misma desmesurada facilidad para provocar extrañamiento futuro. Porque si para un campesino castellano del siglo XVII la España del año 2006 debía ser ciertamente insólita... ¿qué serán para nosotros nuestro planeta y nuestros descendientes de un par de siglos en el futuro? ¿Gente que habla igual, escucha a los Beatles y añora la tierra de sus ancestros o seres que han alterado tanto su entorno y su propia esencia que sienten otras inquietudes y manejan otros registros? Desde luego el futuro no será como Sterling lo plantea. Pero resulta tan chocante y excepcional como si lo fuese. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2006
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