Gipsy I: La estrella del gitano

Guión Smoldoren
Dibujo y color Marini
Norma editorial

Gipsy 1: L`étoile du gitan
1992

Octubre de 2000
Traducción Agut
Rotulación Agut
64 páginas
Ilustración Marini

Si algo se puede constatar desde el desembarco del manga en el viejo continente a principios de la década de los 90 es la evidente influencia que ha supuesto para los jóvenes autores que, además, han sabido integrar lo mejor de ambas formas de entender el cómic sin asumir sus defectos. Una buena muestra de esto es este álbum recién publicado y que aparece en nuestro mercado debido al reciente éxito de Rapaces, serie de la que ya han aparecido 2 volúmenes y en los que un Marini en plena madurez rompe el tarro de las esencias.

La pregunta que uno se hace es si esta serie hubiese llegado a nuestras fronteras si Rapaces hubiese sido un fracaso en ventas. Obviamente la respuesta es no, pero podemos felicitarnos de que Marini se haya convertido en sinónimo de éxito. De esa manera podremos degustar del desarrollo de su talento, en series como Gipsy, o de este en plena efervescencia como en las futuribles próximas entregas de Rapaces o Le Scorpion.

Gipsy tiene lugar en un mundo en plena nueva era glaciar y cuenta la historia de dos hermanos gitanos que se reencuentran después de unos años separados. Él es un camionero un tanto macarra, deslenguado, atrevido y pendenciero, cerca de la bancarrota, y que se dedica a transportar mercancías a lo largo de una gigantesca autopista que circunvala el globo terrestre. Ella una joven educada y un pelín estirada, recién salida de un elitista colegio suizo y que, al principio, no le hace mucha gracia descubrir la profesión de su hermano. Ambos se embarcan en un peligroso trabajo que puede sacarlos de su delicada situación económica: llevar unas armas desde EEUU hasta Mongolia.

Como en la mayoría de las series creadas para el mercado francobelga este primer álbum no es más que una presentación tanto de personajes como del mundo en el que se desarrolla la acción y eso le hace perder bastantes puntos ya que esta tarda en arrancar. Además la historia es un tanto rutinaria y previsible, sabiéndose de antemano casi todo lo que va a ocurrir sin ningún giro argumental sorprendente.

Pero La estrella del gitano cuenta con uno de los creadores gráficos más interesantes surgidos durante la última década: Enrico Marini. Aquí le tenemos en una de sus primeras obras y lo que realmente llama la atención es la evidente influencia de Otomo en todas y cada una de las viñetas. Marini se dedica a fusilar al creador de Akira en cada una de ellas, siendo la magnum opus del nipón la fuente de la que bebe el dibujante italosuizo en todas las facetas, desde la creación de personajes (Tsagoï, el Gipsy del título, es Kaneda un poco más corpulento y con el pelo más largo) hasta el diseño del mundo, pasando por la puesta en página, que recoge lo mejor de ambas formas de entender el cómic (la nipona y la europea). Y todo ello embellecido por su coloreado que, sin ser tan apabullante como el de Rapaces, es de lo mejorcito que se puede encontrar en el mercado del álbum.

Ya cada uno tendrá que plantearse si merece la pena pagar el elevado precio que le ha puesto Norma, aunque en este caso la edición está acorde con el desembolso. Ineludible si, como es mi caso, Marini te ha atrapado. Si no es el tuyo antes inténtalo con Rapaces que, además de ser más asequible, resulta plenamente satisfactoria.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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