Gorazde: Zona protegida
Guión y
dibujo Joe Sacco |
Nunca me gustó demasiado poner etiquetas a las cosas, sobre todo por la limitación que eso supone a la hora de definir ciertas obras. Básicamente porque tienes que resumir algo supuestamente complejo en apenas dos o tres palabras, y siempre tienes presente que lo único que vas a conseguir es sesgar parte de los matices que esa obra atesora en su interior. Sin embargo no es menos cierto que, en algunas ocasiones, ayuda a centrar la discusión sobre la obra y saca a relucir lo realmente importante, lo que se encuentra detrás de lo aparente. La propia portada de Gorazde: Zona protegida hace un intento por concretar lo que nos vamos a encontrar en el interior, pero ese La guerra en Bosnia oriental 1992 - 1995 no hace justicia a lo que es, porque realmente resulta mucho más que esa breve aseveración. Éste no es un tebeo de hazañas bélicas. Estamos ante la plasmación en imágenes y texto de lo que era ser musulmán en Bosnia oriental durante la guerra en la ex-Yugoslavia.
Gorazde es lo más cercano que podemos encontrarnos a una exhaustiva entrega de Documentos TV en el mundo del cómic. Su autor, Joe Sacco, ya había realizado un tebeo bastante parecido después de convivir con judíos y palestinos en plena intifada de comienzos de los 90. De su inmersión en aquel enfrentamiento surgió Palestine, obra a mitad de camino entre el documental televisivo y el libro de viajes, en el que Sacco intentaba ahondar en la naturaleza del problema desde las diferentes perspectivas sociales, políticas y religiosas, profundizando sobre todo en las historias personales de la gente que conoció. Aquí, a partir de varias visitas realizadas al enclave de Gorazde, la única zona protegida que no fue pasada a cuchillo por los serbios, intenta reconstruir lo que vivieron en sus propias carnes los habitantes de aquel lugar desde los inicios de la guerra a comienzos del año 92 hasta su conclusión a finales del 95.
Y si en Palestine se centraba en las víctimas de la situación, en Gorazde ocurre otro tanto de lo mismo. A partir de testimonios de las personas que vivieron en aquella ratonera durante los 3 años de largo asedio, Sacco elabora un complejo tapiz en el que va desvelando cómo se desarrolló el conflicto alrededor suyo. Cómo era la relación con los serbios antes de la guerra, los primeros días de la guerra cuando todavía no había llegado a sus hogares, cómo sus vecinos serbios abandonaron todas sus casas una noche y al día siguiente comenzaron los ataques, los infernales bombardeos sobre el centro de la ciudad, las terribles hambrunas, la llegada de refugiados de otras ciudades huyendo de la barbarie, la huída y muerte de gran parte de los habitantes de Srebrenica cuando los serbios entraron en ella, la vida de los pocos serbios que se quedaron en territorio musulmán, cómo se desarrollaba el año escolar de los niños del lugar, el pánico ante los embates del ejército enemigo, la esperanza por una intervención de la OTAN que nunca llegó,... Intercalados entre ellos asistimos a cómo era la vida en el enclave durante el alto el fuego de finales del año 95, cuando todavía no se habían firmado los acuerdos de paz y el destino de otras "zonas seguras" como Zepa o Srebrenica pendía sobre Gorazde.
Decía Hugo Pratt que el cómic es el cine de los pobres. Como, a diferencia de Sarajevo, en Gorazde no hubo cámaras que pudieran contar lo ocurrido, Sacco exprime al máximo su talento como periodista gráfico y utiliza el dibujo para ilustrar los testimonios recogidos. Con un aire expresionista muy apropiado para la situación y un grafismo deudor de Robert Crumb (aunque sin su registro gestual ni su maestría), y utilizando abundante material fotográfico como inspiración, relata con pulso firme la historia de esas personas que, en el fondo, son la historia de un pueblo que fue vilmente masacrado mientras la comunidad internacional hacía oídos sordos a su sufrimiento. Como buen periodista, se limita a contar los testimonios y obvia muchas veces cualquier comentario personal que pueda merecerle la situación, dejando al lector los elementos de juicio suficientes para que se forme una opinión. Es cierto que no consigue ser plenamente objetivo, pero nadie puede serlo en esas situaciones.
Resultan espeluznantes los momentos en los que Edin, una de las personas que estuvo con él en Gorazde, relata las marchas nocturnas que se veían obligados a realizar para conseguir alimento. Cómo con temperaturas de varios grados bajo cero y entre la nieve, cargaban con fardos de 30 kilos durante kilómetros y kilómetros que serían sus sustento durante el siguiente mes; O cómo armados con simples subfusiles tenían que enfrentarse a carros de combate perfectamente pertrechados mientras esquivaban las balas de los francotiradores; O cómo se desarrollaba el trabajo de los médicos y enfermeras en el hospital de la ciudad en los momentos más duros del asedio (en unas imágenes de una crudeza excesiva). Todos estos testimonios contrastan bastante con las vivencias de Sacco en Gorazde, cuando los habitantes comenzaban a recuperarse de la tragedia en que se había convertido su vida y que alegran levemente el tono duro que salpica la historia.
Gorazde: Zona protegida es un pequeño pedazo de la historia de Europa que conviene leer para no olvidar lo que ha estado ocurriendo a nuestro alrededor. Es cierto que en los últimos años han habido (y están ocurriendo) actos de barbarie que empequeñecen lo allí ocurrido (Angola o Ruanda son dos ejemplos que se me vienen a la cabeza), pero desde el punto de vista que nos ha tocado vivir, lo ocurrido en Bosnia (y en el resto de las repúblicas ex-Yugoslavas) es gran parte responsabilidad nuestra. Y leer una obra como ésta no sólo nos permite rendir un pequeño tributo a los que allí murieron, sino que además nos recuerda las zonas oscuras del alma humana, cómo el hombre es el único animal que puede transformarse en lobo para sí mismo.
Una historia que emocionará a todos aquellos que quieran acercarse a ella. Merece la pena. De verdad.
© Ignacio Illarregui Gárate 2001
Este texto no puede reproducirse sin permiso.