Paracuellos

Guión y Dibujo Carlos Giménez
Glénat
Reedición
2000
4 álbumes publicados de 6 previstos
48
páginas
Ilustración Calos Giménez

1953. Carretera de Aragón, Km. 14 Madrid. Dos niños de rostros desangelados aparecen asomados en una esquina. Rápidamente, temiendo ser descubiertos, se acercan a una ventana, la abren y salen al exterior. Se detienen delante de unos cubos de basura y comienzan a rebuscar en su interior. Extraen unas cáscaras de naranja y comienzan a roerlas, preocupados por ser vistos. De pronto aparece un compañero, un poco mayor que ellos, que pone su comportamiento en conocimiento del encargado de turno. Éste, después de jactarse de ellos, obliga a uno a que pegue un bofetón a su amigo. Con fuerza. Ahora al revés. Poco a poco empiezan a intercambiar golpes, cada vez más fuertes a medida que la tensión aumenta. En la penúltima viñeta, mientras esperan castigados apoyados contra una columna, uno le dice al otro: "¡Ya verás luego! ¡Te voy a partir la boca!". Bienvenidos a los hogares de Auxilio Social. Bienvenidos a Paracuellos.

Esta es la acongojante manera que Carlos Giménez utiliza para introducirnos rápidamente en la vida diaria de los orfanatos falangistas de los primeros años de la dictadura, donde los huérfanos de la Guerra Civil convivían con los huérfanos de la represión franquista. A través de pequeñas historias de apenas dos páginas (que después van aumentando su extensión), se nos va contando el funcionamiento de tales instalaciones, la relación existente entre los diferentes niños que allí se iban encontrando, los brutales castigos a los que eran sometidos y cómo, a pesar de la extrema dureza de la institución y de lo mal que lo pasaban, la ternura y el compañerismo surgían a cada momento.

Giménez sufrió en sus propias carnes la crueldad de estos orfanatos ya que pasó la mayor parte de la infancia recluido en algunos de ellos. Fruto de aquella experiencia, y de su memoria, surgió la decisión de contar cómo era aquella España que le tocó vivir a finales de los 40 y principios de los 50, repleta de una intolerancia y una crueldad extremas, fundamentalmente para que todo lo que tuvieron que pasar él y sus compañeros no cayera en el más absoluto de los olvidos. Y lo hizo de la única manera que él sabía (y sabe) hacerlo: utilizando las viñetas como medio para transmitir sus recuerdos. Esto le supuso en principio también una "limitación". Encontrar tanto una forma de publicar Paracuellos de forma regular, como el peligro de ver suspendida la historia por los motivos ya conocidos (cierre de la revista, escaso éxito,...) predeterminó la forma en la que iba a desarrollar la historia. Para evitar que partes importantes quedasen sin publicar, desechó una narración secuencial de sus recuerdos y va saltando adelante y atrás en el tiempo, entre los diferentes hogares en los que estuvo, contando en un principio las historias más impactantes y emotivas, dejando el resto de sus recuerdos para después. Por eso los trozos más duros se encuentran en el primer álbum y después las historias (aunque conservan parte de su dureza y toda su emotividad) tienen un tono bastante más amable.

Paracuellos (al igual que la mayoría de las obras posteriores del autor como Los profesionales, Barrio o Rambla arriba, rambla abajo) es no sólo una narración autobiográfica de Carlos Giménez. Es una pequeña parte de la historia reciente de nuestro país que conviene recordar de vez en cuando, sobre todo para conocer de primera mano cómo ha evolucionado nuestra sociedad desde entonces hasta ahora. Por eso, por su accesibilidad, por ser tebeos condenadamente bien hechos y por tener una gran carga emocional, quiero recomendarte su lectura. Prueba con cualquiera de ellos. No te arrepentirás. Palabra.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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