Sam & Twtich

Guión Brian Michael Bendis
Dibujo
Angel Medina, Jamie Tolagson, Alberto Ponticelli, Clayton Crain
Color Todd Broeker, Jay Fotos, Drew Hutchinson
Planeta DeAgostini
Serie de 14 números
Sam & Twitch
Agosto de 1999 - ??
Febrero de 2000 - Marzo de 2001
Traducción Santiago García
Rotulación: Carlos Monte y Pilar Tomeo
24
páginas
Ilustración Asheley Wood

En los últimos años se ha puesto de moda en el mundillo del cómic americano, tradicionalmente escorado hacia los argumentos más superheroicos, dos géneros: el llamado thriller sobrenatural, cuyo paradigma perfectamente podría ser Predicador, y los tebeos policíacos o de serie negra. Stray Bullets, 100 balas, La escena del crimen o Jinx son algunas muestras de este resurgir de la roman noir dentro del arte secuencial. Todd McFarlane, dibujante del montón incomprensiblemente aupado al estrellato, apostó para su sello editorial por una colección que aunara lo mejor de los dos géneros. Para abordar dicho proyecto llamó a filas a Brian Michael Bendis, creador de Jinx y uno de los autores independientes más reputados. El resultado final fue esta estimulante serie que sorprendió a todo el mundo y catapultó a su guionista hasta un puesto estelar en Marvel Comics.

¿Qué tiene esta serie que tanto ha llamado la atención? En principio es difícil de contar. Ya la génesis de la colección te hace ir con precaución; está centrada en dos personajes cuyas apariciones en Spawn (la serie más deleznable que puedes imaginarte) fueron bastante celebradas por los seguidores de este lamentable personaje. Incluso la premisa resulta inquietante. Dos policías de personalidades opuestas se enfrentan a una serie de casos que parecen sacados de la última temporada de Expediente X. Sin embargo Bendis supo librarse enseguida de los tópicos que presidieron el inicio del concepto y Sam & Twitch ha salido hacia adelante con un donaire y una gracia que pocos podían intuir en su comienzo.

Sam Burke y Twitch son dos policías completamente antagónicos. El primero es un gordo fanfarrón y bocazas, con poco cerebro, bastante irascible y especialista en sacar confesiones a porrazos. El segundo es un esmirriado cuarentón, condenadamente inteligente y frío como un témpano. Juntos tienen que enfrentarse a los casos más extraños habidos y por haber, rodeados de unos compañeros que les tienen en el punto de mira y con unos jefes que están esperando el más mínimo fallo para ponerles de patitas en la calle (si no detrás de las rejas). Ante este panorama tienen que enfrentarse a un primer caso, aparentemente inabordable, en el que poco a poco van muriendo todos los miembros de la banda criminal que domina la ciudad, asesinados por una misma persona que deja en la escena del crimen cuatro dedos pulgares exactamente iguales.

Éste manera de comenzar Sam & Twtich sólo puede tildarse de comercialmente arriesgada. Abrir el fuego con un arco argumental de 8 episodios es casi suicida: cualquier lector ocasional puede salir espantado ya por la supuesta complejidad del contenido o por el tener que comprar 8 números para recibir una historia completa. Éste es el motivo por el que la mayoría de las nuevas series comienzan con historias autoconclusivas, para meter al lector en vereda de una forma gradual. Sin embargo esa inmersión a lo bestia a la que te somete Bendis no lo es tanto ya que aunque todos los hechos que presenta en Udaku (nombre de la saga) están relacionados, la forma de introducirlos es muy progresiva, sin que pierdas el hilo en ningún momento. Además en las primeras páginas del primer número resume a la perfección la anterior (y simple) historia de los personajes facilitando la lectura a los nuevos lectores (como era mi caso)

Posteriormente a Udaku, que cuenta con una apabullante aunque un poco traída por los pelos conclusión, Bendis ha narrado también otra historia larga centrado en el mundo de las brujas en Nueva York, y un par de historias auto conclusivas que son de lo mejorcito que ha escrito hasta ahora. Si en las dos sagas largas la trama era un simple planteamiento-nudo-desenlace y usaba unas técnicas narrativas bastante convencionales, aquí juega bastante con el planteamiento y la forma de transmitir la historia, dando rienda suelta una mala baba y un humor negro encomiables. Además su estructura huye de los convencionalismos usados en la colección hasta el momento, abriendo puertas a otras formas de contar historias. Especialmente llama la atención la primera de ellas, contada enteramente con paneles en primera persona.

Si te va la serie negra y no le haces ascos a los argumentos bizarros no debes dejar pasar este suculento tebeo. Curiosamente el artífice de su éxito acaba de ser despedido en EE.UU. y mucho me temo que a partir de este instante la colección pierda todo el interés que en estos momentos atesora. Aun así, todavía quedan inéditos unos cuantos números que seguramente serán recuperados próximamente en un tomo. 

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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