Zenith

Guión Grant Morrison
Dibujo Steve Yeowell

Dude Comics & Otakuland
Zenith
198
8
Abril 2002
88
páginas
Traducción: David Macho
Rotulación y diseño gráfico: D·Gráfic
Ilustración Steve Yeowell

Zenith es el tebeo que supuso la confirmación de esa estrella del tebeo que hoy es Grant Morrison, y facilitó su salto al otro lado del charco a finales de los años 80. Publicado inicialmente en la revista semanal 2000AD, fue una serie concebida para ser el primer serial típicamente superheroico de la cabecera, género hasta ese momento ausente de sus páginas. Morrison, que por aquel entonces ya estaba ligeramente curtido en  tebeos como Zoids o Doctor Who para la Marvel británica o Future shocks para la propia Fleetway, encontró en este título la salida ideal para ese batiburrillo de cultura popular que tiene en su cabeza y en el personaje de Zenith el perfecto vehículo para mostrar su visión de lo que sería realmente un superhéroe.

El primer pilar de Zenith lo constituye su curioso personaje principal. Para proceder a su construcción, Morrison huye de los arquetipos al uso que se pueden encontrar en cualquier tebeo americano y se lanza en una dirección sorprendente y bastante innovadora. No nos presenta a un asceta convertido en la última fuerza de defensa contra los supermalos de turno, sino a un auténtico vividor, una estrella del rock que sólo vive para sí mismo, narcisista, amante de las juergas y el alcohol. Y que usa sus habilidades únicamente para conseguir una mayor popularidad, vender más discos y llegar a su anhelado número uno.

En torno a él desarrolla la típica historia de conflicto total, con un personaje movido únicamente por su propio interés y que no quiere enfrentarse al enemigo que le busca. Como dato hay que mencionar que cuando en cierto momento recibe una considerable paliza, se comporta como un vulgar cobarde y lo único que busca es poder salir por piernas. Ante él se encuentra su némesis, Masterman, un supersoldado alemán hibernado durante 40 años que es despertado para servir de receptáculo a un antiguo oscuro dios que pretende invadir nuestra realidad. El objetivo del plan es traer junto él a todos sus "hermanos" para convertir nuestro mundo en su propio paraíso.

La trama rebosa a cada página de esa cultura popular tan del gusto de Morrison y que después le ha servido para construir gran parte de sus tebeos. Así, la génesis del concepto es todo un "homenaje" al Marvelman creado por Alan Moore en 1982 para la revista Warrior; el propio Masterman, a parte de parecer un trasunto nacionalsocialista del personaje de Moore, se comporta también como un hipertrofiado Cráneo Rojo extraído de los tebeos del Capitán América, donde los nazis eran el motor conspirador de todas las historias; los dioses pretéritos y los rituales para traerlos a nuestro mundo están sacados de los mitos construidos por Lovecraft; la estética del personaje central es la de los grupos Pop de los 80, con un Zenith salido de un videclip de Duran Duran, con ese tupé engominado y esa chaquetilla de cuero. Incluso tiene un cierto tono de crítica social con algunas ácidas referencias al decenio duro de la "dama de hierro".

Como acicate para alguien que no gusta excesivamente de la complejidad conceptual de alguna de sus últimas obras (como Los invisibles o Marvel Boy), Morrison nos ofrece una narración sencilla y diáfana, clara antecesora de lo que después haría en Animal Man. A esto ayuda mucho el ilustrador que le acompaña en todo el viaje, Steve Yeowell, un cumplidor y rutinario dibujante que puede que nunca sea una de las estrellas del género pero que conoce el oficio a la perfección y retrata de una manera muy cumplidora cada una de las páginas de la historia.

Sobre la edición que ahora nos ofrece Dude, decir que es bastante fiel a los recopilatorios que de Zenith se han hecho, aunque siempre me quedará la duda de cómo hubiese quedado con su color original. El único fallo grave que se le puede achacar estaba ya presente en Alan Moore´s Twisted Times, y me preocupa un poco que todavía no se haya solucionado. Me refiero a esa tipografía mecánica que no llena convenientemente los bocadillos, y que en algunas páginas aparece completamente desplazada. Esperemos que en próximos tebeos se corrija el defecto.

Una buena muestra de que con inteligencia y un poco de imaginación, hasta los esquemas más trillados pueden resultar novedosos y divertidos.

© Ignacio Illarregui Gárate 2002
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