Aliens
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Aún recuerdo claramente una conversación que tuve con unos amigos poco después del estreno de Alien 3 (cosa realmente encomiable si tenemos en cuenta mi nefasta memoria). Desde luego no nos había producido la misma sensación que las dos anteriores que, aunque no habíamos podido ver por un mero "problema" de edad como debe ser (en pantalla grande), sí nos habían cautivado. Sin embargo tenía todavía una pequeña parte de ese embrujo y carisma de las otras películas de la saga que las hacen tan apetecibles. Y es que, a pesar de todo lo que se quiera decir sobre esta serie de películas, estamos ante uno de esos extraños casos en los que las continuaciones de un éxito inicial no se limitan a exprimir más la gallina de los huevos de oro sino que buscan nuevos caminos a partir de los cuales hacer una buena película (independientemente que lo consigan o no). Creo que esta es una de las causas que explican su status como películas de culto. No voy a ponerme a defender ahora mismo las dos primeras películas de la serie, conocidas por todo el mundo y que son dos de las mejores películas de ciencia ficción que se ha rodado (y se rodarán) nunca. Alien de Ridley Scott es todo un alarde de cine visual, ambientación, auténtico terror y suspense cuyo primer visionado nunca se olvida; y su secuela, Aliens, mantiene la mayoría de los elementos de su predecesora, centrándose más en la mera aventura, en dejarte pegado al asiento porque te lo estás pasando de vicio viendo lo que ocurre en la pantalla. Sin embargo las dos últimas entregas no han funcionado entre crítica y público como las dos primeras, puede que porque comparadas con ellas salgan mal paradas a pesar de no ser malas películas; quizás porque una vez descubierto el monstruito de marras y eliminada en parte la capacidad de sorpresa, no hayan sabido contactar con el espectador (aunque contengan elementos novedosos de sobra para fijar la atención). En especial me resulta incompresible observar cómo Alien Resurrección, la última hasta el momento, es vista con tanta animadversión por los seguidores del ciclo, sobre todo si se tiene en cuenta lo condenadamente bien hecha que está, su memorable aspecto, su cuidado diseño y que Jean Pierre Jeunet, su director, no se haya dejado llevar por cantos de sirena que le conducían a repetir esquemas y le haya proporcionado su particular (y excepcional) sello visual a la cinta. Pero centrémonos en el libro. Aliens es un exhaustivo repaso a la historia del mito, y abarca desde el momento en que Dan O´Bannon escribió un primitivo guión de la primera película hasta el rodaje y el preestreno de la última película. Está estructurado en cuatro partes, una para cada film, y cada uno de ellas está dividida a su vez en pequeños epígrafes en los que cuenta los entresijos que condujeron la escritura del guión (donde se repasan las sucesivas reescrituras por las que fueron pasando los diferentes guiones y los cambios que en ellos se produjeron), la contratación de los directores, los actores, la búsqueda del equipo encargado de la parte técnica, el diseño y aspecto de los sucesivos Aliens que aparecerían en las películas, o lo ocurrido durante el rodaje. Obviamente en cada película ciertos apartados cobran más importancia que en otros. Por ejemplo en Alien la parte del león se le llevan dos aspectos. Primero el cómo un mediocre (tirando a malillo) guión con monstruito de Dan O´Bannon se pulió y se terminó convirtiendo en una película de horror gótico con el primer extraterrestre verdaderamente extraterrestre de la historia del cine. Y después toda la faceta de diseño que haría del film una auténtica delicia, con un xenomorfo y unos ambientes rozando la perfección. Además el autor comenta las películas escena a escena, buscando profundizar un poco tanto en la acción como en los personajes, explorando los pasajes que en las primeras versiones del guión se enfocaban de manera diferente a la rodada y, sobre todo, escenas que se tomaron pero que después se quedaron en la mesa de montaje por cuestiones de ritmo narrativo o simplemente por la excesiva duración que podía tomar la película. Resulta cuanto menos curioso ver cómo en alguna ocasión este ejercicio de tijeretazo al que se veían obligados a recurrir los directores no era negativo para el resultado de la película, sino que ha permitido explotar al máximo diferentes aspectos de la historia, como es el caso del ciclo vital del Alien. En la primera película los huevos no eran puestos por una reina sino que surgían a partir de las víctimas que el Alien cogía en sus correrías. Como la escena en la que se veía todo esto no casaba demasiado bien con el climático final en el que tenía que aparecer (rompía completamente el ritmo que llevaba la narración) se prefirió desestimarlas. Y eso ha conducido a un ciclo vital mucho más acertado y a algunas escenas auténticamente memorables (¡aléjate de ella, puerca!) Lorenzo Díaz, autor del libro, sabe cómo hacer amena la lectura y ha realizado un gran trabajo de investigación, sobre todo para conseguir material referente a las primeras películas que ya quedan bastante atrás en el tiempo. Lamentablemente le resultó imposible entrevistar a ninguno de los participantes de las películas, por lo que el libro queda un poco cojo en este tema (aunque las entrevistas siempre son una buena fuente de información siempre es preferible ir a las fuentes) Además complementa el libro con unos apéndices que incluyen un glosario de términos cinematográficos, un repaso a los tebeos publicados sobre la serie, un resumen del guión de la película Alien vs. Predator (que no se rodará nunca) y una guía de películas relacionadas directa o indirectamente con el tema (entre las que se encuentra una absolutamente impagable, que lleva por título Inseminoide y cuyo argumento versa sobre un grupo de astronautas que explora unas minas y encuentran a un alien que viola a una arqueóloga con un falo verde). Puede que a la mayoría de la gente no le interese. Pero si eres un fan de las películas de Alien y te gustaría conocer todos sus entresijos, este volumen será una compra obligada. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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