Blade Runner
Varios autores
Tusquets

2ª edición Marzo de 2001

141 páginas
Ilustración Fotograma de Blade Runner

  • También Zeus debe caer - Rafael Aegullol

  • La caza del facsímil - Gillermo Cabrera Infante

  • ¿Todo lo que se mueve está vivo? - Alberto Cardín

  • La frágil fama del futuro - Juli Capella & Quim Larrea

  • El hombre del sable contra el infierno de Ridley - José Luis Guarner

  • El futuro ya no es lo que era - Antonio Miró

  • Irrealismo sucio - Vicente Molina Foix

  • La puerta de Tanhäuser - Fernando Savater

  • La luz perversa - Eduardo Urculo

  • Rachael y las truchas - Jorge Wagensberg

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si hay una película de ciencia ficción que ha marcado a los amantes del cine en los últimos 20 años ha sido Blade Runner, que ineludiblemente se ha convertido en el referente con el que se van a juzgar todas las películas de género hechas con posterioridad. Esta capitalidad, que nadie pone en duda, ha generado una caterva de ciegos seguidores que la han convertido en un objeto de culto, hablando de ella con pasión y un extraño conocimiento que muchas veces se queda en el mero análisis superficial. Fruto de ese "papanatismo bladerunnerniano" surgió este librito-compendio de unos cuantos artículos que intentan diseccionar lo que fue y representa la película.

El tono de la mayoría de ellos es muy menor (uno en especial sencillamente abyecto), no aportando nada a lo que ya se conoce sobre ella. Lo que sí me ha llamado la atención es la escasa cultura popular que tienen los articulistas que aparecen. Las únicas muestras que tienen para comparar con Blade Runner son otras películas como 2001 y Metrópolis, obviando cualquier referencia a la ciencia ficción escrita o la mundo del cómic. Este desconocimiento llega al paroxismo cuando de los diez artículos seleccionados sólo uno habla de la novela seminal que dio origen a todo y en la cual se encuentran recogidas gran parte de las preguntas existenciales que plantea la película (y que sólo unos pocos han parecido captar)

Tres son los puntos de vista que quisiese resaltar. Primero el interesante análisis de la moda que aparece en la película realizado por Antonio Miró. Fijándose en el aspecto que presentan ciertos personajes de la película, que visten con ropas no muy diferentes a las actuales, aporta una interesante visión sobre los ciclos por los que ineludiblemente va atravesando la moda a los largo de los años y que en algún punto se tienen que romper. En eso Blade runner es un film que gana muchos puntos frente a otros semejantes donde los ropajes psicodélicos y los monos metalizados dominaban el paisaje. La moda, aun teniendo un componente claramente estético, está regida por los aspectos más cotidianos de nuestras vidas. Y el salto temporal al que nos somete la película (hasta el año 2019) no es lo suficientemente grande como para que estos hayan cambiado substancialmente y, con ellos, la moda de ese tiempo.

De acertado se puede etiquetar el artículo parido por Jose Luis Guarner, didáctico crítico de cine prematuramente desaparecido. Único conocedor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y de la obra de Dick, analiza brevemente el periplo del guión de la película desde que Scorcese se interesara por adaptarla al cine a principios de los 70 hasta que cayó en las manos de Ridley Scott durante el rodaje de Alien. Y como buen analista que era, comenta brevemente uno de los males propios de la película (y del cine de Scott en general): la preponderancia de la imagen que sepulta los temas de fondo que puedan tener sus películas.

En este caso la mayoría de los espectadores, como Vicente Molina Foix, se quedan con el aspecto meramente estético de Blade Runner, su diseño o su brillante guión (donde destacan sobremanera los sobresalientes diálogos). Scott siempre ha cuidado el acabado final de todas sus obras y aquí se rodeó de los mejores diseñadores y guionistas para dar forma a su película. Y tan excepcional resultó su trabajo que los dos temas realmente importantes quedaron totalmente ocultos: los árboles no dejan ver el bosque que hay detrás.

Dick en su literatura tenía dos grandes pozos gravitatorios en torno a los cuales giraba todo: cuál es el sentido de la realidad (¿cómo podemos discernir lo que es real de lo que no lo es?) e intentar responder a dos de las preguntas más importantes e inquietantes que existen: ¿qué es humano y dónde está la frontera entre lo humano y lo no humano? ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es su más importante novela de este segundo tema, que se encuentra completamente presente en la película fundamentalmente en dos aspectos. Por un lado el horror que le producía que llegado un cierto punto las máquinas pudieran a ser tan similares a los humanos que fuésemos incapaces de distinguirlos. El test Voight-Kampf, la herramienta utilizada por Deckard y los Blade Runners para detectar replicantes es un test muy sofisticado, acorde a la complejidad que han adquirido los androides. Sin embargo ha llegado un momento en el cual los replicantes son tan parecidos a los humanos que pueden casi pasar el test: se ha alcanzado el margen de error del método y se puede llegar a confundir un ser natural con uno artificial y viceversa. Rachael alcanza la pregunta número 100 y Deckard es incapaz de dilucidar si realmente está ante otro "pellejudo" o un ser humano normal.

Pero esto es accesorio frente al otro aspecto. Los replicantes pueden llegar a simular el comportamiento humano y, llegado un cierto punto, comportarse de una manera mucho más humana que los hombres que les rodean. En el clímax final de la película, Deckard entra en el Bradbury Building dispuesto a retirar a los dos últimos "pellejudos". Su trabajo puede gustarle más o menos pero tiene la determinación de llevarlo a cabo. Después de la lucha de rigor, cuando Batty le ve colgando del edificio y luchar denodadamente por salvarse, le salva la vida. Lo que uno se pregunta es si la situación hubiese sido la inversa, Deckard lo hubiese salvado. Ahí es donde Fernando Savater clava sus garras para escribir su visión.

Savater, el pensador español más importante de los últimos 20 años, ahonda en esta perspectiva y reflexiona sobre la humanidad alcanzada por la vida artificial, a partir de la muerte como vínculo con el orden natural. Esa conciencia de la propia finitud que todos los humanos tenemos y que en los replicantes está de manifiesto con su fecha de caducidad, sirve de ligazón entre la vida artificial y su recién adquirida humanidad. Al final, cuando Batty pronuncia su famoso monólogo (ausente en la obra de Dick, brillantemente introducido por David Peoples) lo que está haciendo es afirmar todavía más su nuevo estado. Sin importar demasiado si esos recuerdos son ciertos o simples implantes, Batty se comporta como todo hombre en el momento de afrontar su último suspiro, pasando por delante de sus ojos todos los recuerdos de su corta vida.

No puedo resistirme a la tentación de citar las líneas de ese monólogo, que guste la película o no, no puede negarse su excepcional carga lírica y emotiva:

Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. He visto naves en llamas más allá de Orion. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de ls Puerta de Tanhäuser. Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

Sólo recomendable para fanes irredentos de la película. Para el resto además de ininteligible puede además parecerles insufrible.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
Este texto no puede reproducirse sin permiso.