JFK
Jim Garrison
VIB

On the Trail of the Assassins
1988
1ª reimpresión: Septiembre de 1998
Traducción Pepa Badell
588 páginas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Está claro que, nos duela o no, los Estados Unidos se han convertido en el gran referente mundial en lo que a medios de comunicación se refiere, siendo noticia hechos que muchas veces en nuestro propio país no merecerían ni 30 palabras en una página perdida en un diario de tercera. Por eso no debemos sorprendernos que acontecimientos cruciales como el oscuro asesinato de JFK se hayan convertido en ineludibles piedras de toque sobre los que volver, año sí año también, para rememorar el hecho e intentar dilucidar tanto si hubo conspiración como quién fue realmente la persona que apretó el gatillo aquel mediodía del 23 de noviembre de 1963. Hace unos 10 años Oliver Stone, irregular director de cine, hábil guionista y excepcional montador, a partir de este libro y de Fuego cruzado: la conspiración que asesinó a Kennedy de Jim Marrs, y utilizando otro tipo de fuentes (fotografías, películas, entrevistas, informes,...), construyó su versión de lo que rodeó a la muerte de Kennedy de una manera tan creíble que pocos que hayan visto la película pueden poner en duda lo que allí se cuenta. Aprovechando que los libros de bolsillo de VIB está saldándose a la irrisoria cantidad de 500 pesetas, me he hecho con Tras la pista de los asesinos, vergonzosamente titulado aquí como JFK para aprovechar el tirón de la película, obra de Jim Garrison (el fiscal que denunció la presunta conspiración) y en la que se basó en gran parte la película de Stone. El resultado, aunque discutible, aporta mucha información sobre una de las posibles tramas que pudieron propiciar el asesinato de Kennedy.

Jim Garrison, hombre de leyes y durante muchos años fiscal de distrito en Nueva Orleans, no puede escapar a su condición de abogado y convierte su libro en un pormenorizado informe sobre cómo fue desarrollando el caso desde que empezó a investigar sobre el tema de una forma colateral, poco después del asesinato, hasta que, en el año 67, logró llevar a juicio a un agente de la CIA acusándole de conspiración para cometer un asesinato. A partir de los informes de la comisión Warren, grupo de "sabios" que se formó para "esclarecer" el asesinato, Garrison va echando por tierra de una manera solvente tanto los métodos de trabajo de la comisión (ciertamente deplorables) como sus conclusiones y construye su teoría de cómo pudieron suceder los hechos. Para el que desconozca la película, decir que el núcleo central de su argumentación gira en torno a demostrar que Oswald, el presunto homicida, no fue más que un cabeza de turco de un golpe de estado que llevaron a cabo un grupo de organizaciones y personas articulados por la CIA. Para ello nos demuestra la relación que tenía Oswald en Nueva Orleans con un destacado agente de la CIA y otros personajes, así como sus movimientos, acciones y contactos antes del magnicidio.

Uno tras otro Garrison va dejando caer testimonios y pruebas documentales que van construyendo una versión de los hechos que se aleja bastante de la planteada por la Comisión Warren y haciendo preguntas que aunque muchas no pueden ser respondidas con total rotundidad sí que plantean algo más que una duda razonable. ¿Cómo pudo un tirador tan nefasto como Oswald obtener 2 disparos casi perfectos con un fusil cuasi de mentirijillas en apenas 6 segundo contra un blanco en movimiento? ¿Es creíble la teoría del tirador solitario cuando los hechos hacen pensar que se realizaron más de tres disparos sobre la limusina presidencial? ¿A qué se debe que Oswald actuase de forma tan normal después de haber cometido un asesinato de tal calibre? ¿Por qué la autopsia de Kennedy se hizo de forma tan chapucera y no se llevase a cabo con la exhaustividad necesaria? ¿Quién cambió el recorrido de la comitiva presidencial y por qué el servicio secreto no presentó un despliegue de protección a la altura de los que solía utilizar? ¿Por qué se cerró el caso tan pronto una vez asesinado Oswald? Y así con muchas otras.

Sin embargo la condición de Fiscal de Garrison le hace incurrir en un error que, aunque se puede considerar venial, hace que el libro salga lastrado. Como todos los abogados que se encargan de defender un tema aporta únicamente las pruebas que apoyan su versión de los hechos, evitando formular preguntas y respuestas que podrían haber hecho pequeñas grietas en su contundente argumentación. ¿Por qué se dedicó tanto tiempo a la preparación de un pasado para Oswald y después, en los últimos tres meses, se incurrieron en una serie de errores de bulto como la aparición de diferentes Oswalds tanto en Nueva Orleans como en Ciudad de Méjico? ¿Por qué se le dejó ver en compañía del grupo que preparaba el golpe cuando simplemente iba a ser el chivo expiatorio? ¿No hubiese sido más seguro ponerle en compañía de otras personas ajenas al magnicidio? ¿Cómo es posible que una operación en la que supuestamente participaron las organizaciones más poderosas del país tomaran parte individuos como David Ferrie, un estridente personaje que a las dos copas ya estaba hablando del asesinato del presidente a todo aquel que le quisiese oír? Además descarta enseguida la teoría de que la mafia pudiese tomar parte, argumentando que no podían haber modificado el recorrido de la caravana ni haber forzado la relajación del servicio secreto, olvidando que el dinero todo lo consigue cuando alguien lo tiene y quiere quitarse de encima a una mosca cojonera como en aquellos tiempos eran los hermanos Kennedy para capos como Sam Giancana o Carlos Marcello, o el mafioso sindicalista James Hoffa.

JFK es un libro imprescindible para todo aquel que quiera conocer de primera mano las circunstancias que rodearon el asesinato. Además, como complemento, Garrison habla de todas las maniobras que la maquinaria del estado usó para evitar que fuese a juicio, así como el escandaloso proceso que se abrió contra él unos años después por presunta evasión fiscal y por aceptar comisiones ilegales, que a todas luces no fueron más que un montaje hecho a modo de venganza por el fiscal general del estado. Por todas estas causas, constituye un adecuado recordatorio de algunos de los pozos negros que se encuentran en esa "democracia" a la que muchos dirigentes europeos miran como papanatas y toman como modelo.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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