La Tierra Media: Reflexiones y comentarios
Selección de Karen Haber e ilustraciones de John Howe
Minotauro

Meditations on Middle-Earth
2001
Enero de 2003

Traducción de Estela Gutiérrez Torres
268
páginas
Ilustración
John Howe

  • Prefacio: El camino continua - Karen Haber

  • Introducción - George R.R.Martin

  • Nuestro abuelo: reflexiones sobre J.R.R. Tolkien - Raimond Feist

  • El despertar de los elfos - Poul Anderson

  • El regreso del hijo pródigo - Michael Swanwick

  • Si a una chica le das un hobbit... - Esther M. Friesner

  • El Anillo y yo - Harry Turtledove

  • Clásico de culto - Terry Pratchett

  • Un obstáculo y una búsqueda - Robin Hobb

  • Esquema rítmico en El Señor de los Anillos - Ursula K. Le Guin

  • El domingo más largo - Diane Duane

  • Tolkien después de todos estos años - Douglas A. Anderson

  • El significado de Tolkien - Orson Scott Card

  • La historia sigue y sigue - Charles De Lint

  • El hacedor de mitos - Lisa Goldstein

  • "La distinción radical..." Una conversación con Tim y Greg Hildebrant - Glenn Hurdling

  • Sobre Tolkien y los cuentos de hadas - Terri Windling

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este es el enésimo libro de ensayos acerca de Tolkien y su mundo que a pesar de contar con una cuidada selección de autores y un impecable aspecto, donde brillan las excelentes ilustraciones a lápiz de John Howe, comunica constantemente la sensación de que es un mero popurrí demasiado irregular sin cohesión alguna. Y dado que libros teóricos sobre Tolkien los hay a puñados, siendo algunos de ellos muy buenos, sufre en exceso ese pecadillo que la seleccionadora no debiera haber cometido, sobre todo si se considera que parte del material reunido sí que es meritorio y digno de ser leído.

La mayoría de los textos que se recogen parten de la anécdota de cómo fue el primer contacto de sus autores con ESDLA (o el Hobbit), sucedida en la mayoría de los casos a mediados de las 60 con la famosa edición pirata, para tratar la manera en que les ha influenciado en sus posteriores carreras creativas. Y aunque resultan interesantes para tomar conciencia de lo que supuso el libro en aquel momento, no aportan nada que no supiésemos salvo un cúmulo de anecdotillas intrascendentes, en algún caso divertidas, como la contada por Turtledove, que llegó a escribir una historia en la que una legión romana viajaba a la Tierra Media, o Pratchett, acentuado todavía más por la confusión de la traductora que lo transforma en una mujer.

Por fortuna, de los que utilizan este esquema hay dos que no se limitan a contemplar su ombligo sino que van más allá. El primero es Poul Anderson, que realiza un análisis comparativo entre los elfos surgidos de la tradición escandinava y los que posteriormente han ido apareciendo a partir de ellos, hasta llegar a los de Tolkien, que se pueden considerar más una creación suya surgida de su honda creencia católica, que una recreación de elementos preexistentes. Y la verdad es que resulta convincente aunque se nota que ya estaba un poco tocado (murió poco después de entregar su ensayo) y no logra orlar un todo homogéneo: casi no existe una conexión nítida entre unos párrafos y otros.

El otro que partiendo de la misma premisa construye algo diferente es Michael Swanwick, que se marca una emotiva semblanza sobre el sentimiento de pérdida, el cambio, la predestinación, el inmenso y maligno poder que representa El Anillo Único, el carácter de los personajes capitales que aparecen en el libro y la redención.

Si solo fuese por estos dos islas solitarias, el libro merecería un suspenso mayúsculo. Pero además están los tres autores que se han pasado por el forro la premisa inicial y han hecho lo que les ha venido en gana, hecho por el cual debemos felicitarlos. El primer forajido es Ursula K. Le Guin que dedica su porción a hablar de la eufonía del lenguaje de Tolkien y la importancia del ritmo en sus historias, de cómo su prosa gana un intenso poder evocador al ser leída en voz alta, algo inapelable a poco que se le haya leído en su lengua madre. Para acercarnos más a su tesis, en un afán didáctico encomiable, utiliza un pasaje de ESDLA tan desmenuzado que hará ver hasta el más ciego.

A su vez, Orson Scott Card realiza una inteligente defensa del libro en contra de los ataques de muchos teóricos que lo acusan de literatura escapista, incidiendo en la conocida discusión sobre el análisis de las lecturas escondidas debajo del relato general y ahondando en la línea que Pringle apuntaba en su Literatura Fantástica: Las 100 mejores novelas. Más allá de cualquier análisis que se pueda hacer del libro (y que son capaces de asemejar elementos como el Anillo desde la amenaza atómica hasta con la masturbación), ESDLA es fundamentalmente puro relato. Lo único que hay que hacer cuando se está leyendo es dejarse llevar y disfrutarlo como lo que es: épica en estado puro. Aunque después se despacha a gusto con una serie de ideas acerca de la simplicidad que tienen los libros que se crean con significados claros en su interior que son aberrantes y que disminuyen el alcance de su discurso.

Por último, Douglas A. Anderson realiza un certero repaso de toda su obra creativa, explicitando en su conclusión el principal "delito" (por llamarlo de alguna manera) que han traído consigo las películas de éxito que hemos podido ver durante el último año. Como ocurrió con "El Mago de Oz" y el libro de Frank L. Baum, dentro de unos años la visión con la cual nuestra sociedad contemplará la obra de Tolkien no será la de los propios libros, sino la de Peter Jackson, hurtando al público el principal placer que muchos de nosotros hemos tenido. La capacidad de reconstruir en nuestras cabezas lo que el libro nos ofrecía.

La Tierra Media: Reflexiones y comentarios queda al final como un todo algo irregular ideal para ese Tokieniano irredento que tenemos por amigo y al que nunca sabemos qué regalar. Sin embargo, si lo que se quiere es conocer un poco más de cerca su obra mejor buscar otros libros como los de Humphrey Carpenter o Joseph Pierce, también publicados por Minotauro y que son más completos y serios.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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