Antigüedades
John Crowley
Minotauro
Antiquities
1993

Octubre de 1995
Traducción de Matilde Horne

141 páginas
Diseño de portada Ripoll Arias y Mercedes Galve

Relatos que contiene:

  • La niña verde

  • Missolonghi 1824

  • Antigüedades

  • El porqué de la visita

  • Generosa con los muertos

  • Nieve

  • Exogamia

Antigüedades supone un extraño hito de paso en la bibliografía de John Crowley. Sólido escritor de novelas, complejas y cada vez más extensas, se prodiga muy poco en el terreno corto, donde se desenvuelve con desconcertante maestría en un aspecto no muy común en los modernos escritores de fantasía: la evocación de sensaciones. Algo fehaciente en estos 7 brevísimos cuentos que apenas sobrepasan las 20 páginas de extensión e hilados por un mismo tema común: la añoranza de un tiempo pasado que se ha perdido pero que podemos recuperar a través de un vestigio; una presencia, un recuerdo, una grabación,... lo que el título acertadamente sugiere bajo el vocablo antigüedades.

Los tres cuentos que abren la colección comparten un punto de partida similar: el encuentro del hombre actual con los restos de un mundo antiguo, al que ha terminado reemplanzando y con el que la coexistencia es compleja. El primero, "La niña verde", es una brevísimo y emotiva historia a la manera de Dunsany o Burnett Swan, donde una campesina se topa con dos niños de la Gente Pequeña. El segundo, "Missolonghi 1824", utiliza con acierto la figura de un Lord Byron poco antes de su muerte para hablar de la idea del romanticismo y del anhelo de recuperar un mundo anterior, más consecuente con el orden natural, que ha desaparecido o está en trance de hacerlo. El vínculo con esa época pretérita es una figura dionisíaca, primigenia y salvaje, cuya aparición resulta imponente. Y el tercero, que da nombre a la antología, un delicado cuento de fantasmas egipcios en la campiña inglesa, es un pequeño divertimento a mitad de camino entre el horror stokeriano y el misterio victoriano, con mucho humor británico.

El resto, sin abandonar la idea antes mencionada, son más prosaicos. "Generosa con los muertos" y "El porqué de la visita" tienen lugar en una realidad cotidiana con leves toques de fantasía que recuerda el tono lírico de Ray Bradbury. En "Generosa con los muertos", una tía y un sobrino, al que hacía años que no veía, se encaminan hacia la antigua casa de campo donde convivieron hace años y que ahora tiene otro dueño. Durante el viaje en coche se dejan llevar por la melancolía y recuerdan las sensaciones que les produce aquel lugar, repleto de vivencias y estados de ánimo que Crowley transmite desde una sugerencia muy efectiva. Mientras, "El porqué de la visita", surgido también de una semblanza melancólica, deja de tener sentido hacia la mitad y produce la sensación de que el autor no sabía cómo rematar la idea original. Otro tanto se puede decir de "Exogamia", puro surrealismo oscuro y obtuso, que se queda en mero ejercicio llenapáginas.

He dejado para el final "Nieve", el único que se podría etiquetar como ciencia ficción, que se postula como el corazón de la colección y donde más refinadas encontramos las artes de Crowley. Cuenta los sentimientos que atenazan a un hombre que ha perdido a la persona con la que convivió durante más de una década, a la que llegó a amar profundamente, y que en un ataque de añoranza se dedica a sondear los recuerdos almacenados en una grabación de más de 8000 horas. Sin embargo, por el funcionamiento propio del sistema, le es imposible acceder a la información de forma ordenada, sino que, a imagen y semejanza de nuestra memoria, debe hacerlo aleatoriamente: no puede buscar recuerdos conocidos sino que tiene que contentarse con observar los que van surgiendo ante él.

A través de escenas cotidianas que el protagonista había olvidado la historia profundiza en el sentimiento de pérdida que acompaña al paso del tiempo y el caprichoso funcionamiento de nuestra memoria, que olvida la mayoría de los momentos que componen una vida, recordando muchas veces hechos triviales, y que concluye con una hermosa moraleja acerca de los dos tipos de memoria que tiene el hombre (enfermedades a parte): la organizada y la casual. La primera, la canónica, la que el ser humano domina y le sirve para recordar eventos importantes, se deteriora con el tiempo. La otra, aquella que nos retrotrae a los pequeños momentos que constituyen una vida, los hermosos, los tristes, los rutinarios,... y que parece destinada a perderse, vuelve. Hecho que Crowley rememora con una sensibilidad imprevisible.

 Quizás lo peor de Antigüedades está en que es muy muy breve y deja con ganas de más. A pesar de esto, no puedo dejar de recomendar este ejercicio de sana nostalgia, no exenta de tristeza, que sorprende por su poder evocador y su sencillez, término que parece el antónimo de Crowley. Un escritor inconmensurable.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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