Cuentos del reino secreto
José María Merino
Alfaguara
1982
Tercera edición en bolsillo Septiembre de 1998
307 páginas
Ilustración de José de León

Relatos que contiene:

  • El nacimiento en el desván

  • La prima Rosa

  • La noche más larga

  • Los de allá arriba

  • Buscador de prodigios

  • Valle del silencio

  • La casa de los dos portales

  • El desertor

  • El enemigo embotellado

  • El acompañante

  • Los valedores

  • Genarín y el Gobernador

  • El museo

  • El niño lobo del Cine Mari

  • El anillo judío

  • Expiación

  • Zarasia, la maga

  • Madre del ánima

  • La tropa perdida

  • La torre del alemán

  • El soñador

No había leído hasta el momento ningún libro de José María Merino, premio de la crítica literaria del año 85 y uno de los autores españoles más coherentes y consistentes de las últimas dos décadas. Tenía por casa esta colección de cuentos desde hace un par de años y, aprovechando que el verano es buen momento para abrirse a nuevas experiencias, decidí meterla en los puestos altos de la pila. El resultado habla por sí solo. Cuentos del reino secreto es uno de los libros más sinceros, sutiles y deliciosos que se pueden encontrar en la moderna literatura fantástica. Sincero porque se nota que el autor ha puesto mucho de sí mismo en cada pieza; sutil porque hay acumulados una serie de ideas, sentimientos y sensaciones que son canalizados con delicadeza; y delicioso porque se disfruta de una forma única difícilmente descriptible.

La clave para averiguar cuál es el nexo de unión entre las historias que aquí se recogen está encerrada en su idiosincrático título. El reino secreto al que alude es un mundo que nace de la simbiosis entre nuestro entorno cotidiano, aquel que creemos conocer bien, donde las sorpresas no parecen posibles, y la imaginación límpida e inocente de la que se goza durante la infancia y una parte de la adolescencia; esa época de nuestra vida donde lo posible abarca terrenos que irán cediendo importancia a manos del pragmatismo y la mal entendida realidad.

La perfecta reproducción a escala de un pueblo y sus habitantes en un desván, el gusto de un adolescente por observar desde una ventana a su prima mientras se baña, la aparición de unas pequeñas pisadas entre las ruinas de una iglesia, la peculiar noche de un personaje que estuvo veinte años "dormido", el descubrimiento de una casa con una puerta por la que se sale a una ciudad completamente distinta, la historia de un coleccionista dispuesto a cualquier cosa por conseguir un objeto, el hallazgo de un niño desaparecido durante treinta años, la llegada a un monasterio moderno de una tropa de franceses perdida durante la guerra de independencia,... son situaciones que permiten al hecho fantástico irrumpir en el día a día de sus protagonistas con agudeza, sin asombrar excesivamente pero canalizando con elegancia la melancolía que despiertan los amores perdidos, el poder de los antiguos "dioses", las pérdidas que se sufren en una guerra (sin importar el bando), la condición eterna del amor verdadero, el gusto del pueblo por el puro paganismo, la necesidad de mantener despierta la memoria del pasado o la nostalgia por las vivencias de una infancia que quedó hace mucho atrás.

Los cuentos resultan muy cortitos (ninguno pasa de las veinte páginas de letra generosa), el lenguaje utilizado por Merino es rico, con un gusto comedido por utilizar términos no muy comunes en el lenguaje actual, y su construcción gramatical es compleja sin llegar a hacerse frustrante por enrevesada. La narración se encuentra condensada en las palabras justas, lo que fuerza a una lectura detenida para no perder detalle, y el acercamiento no siempre es directo; el autor acostumbra a esconderse detrás de un potente sentimiento evocador, generalmente al volver a uno de los paisajes de su niñez, que propicia la liberación de un  recuerdo que comienza a sugerir múltiples sensaciones. Y aunque en ocasiones la aproximación es un tanto leve, con una atmósfera inocente que adolece de escasa elaboración y una limitada falta de reposo, en conjunto constituyen una recopilación notable, con una textura espontánea y enormemente fresca.

Merece una oportunidad, no creo que decepcione.

© Ignacio Illarregui Gárate 2004
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