El Silmarillion ilustrado
J. R. R. Tolkien y Ted Nasmith
Minotauro
The Silmarillion
1998
Julio de 2001

Traducción Rubén Masera y Luis Doménech
365 páginas

Llevaba un cierto tiempo detrás de una de las ediciones ilustradas de las obras de Tolkien, libros que tengo muy leídos pero que, dado mi elevado grado de frikismo, me interesan. Hace unos meses se puso a tiro una oportunidad que juzgué única: hacerme con una de ellas, El Silmarillion ilustrado, en buen estado por la mitad de precio. La valoración después de sumergirme en él no puede ser más agridulce. Los ingredientes adicionales respecto a sus hermanas normales no son razón suficiente como para acometer el desembolso que suponen.

Para el que no lo conozca, El Silmarillion es una narración atípica. A diferencia de El Hobbit o El Señor de los Anillos no es una historia relatada, sino que constituye una cosmogonía del mundo creado por Tolkien: un conjunto de leyendas, relatos, cuentos, que abarcan desde la formación del mundo hasta el inicio de esas dos novelas; una mitología rica y variada, con mil y un raíces rastreadas hasta la extenuación por ensayistas muy cualificados como Lin Carter o T. A. Shippey que, si bien no es necesario leer para disfrutar de esos otros títulos, permite ganar una mayor visión de conjunto.

De los 5 libros que forman El Silmarillion el más valioso y extenso es el Quenta Silmarillion, la historia de la primera edad que abarca desde la formación de la Tierra Media hasta el confinamiento de Melkor (el dios del mal) fuera del mundo. Son un conjunto de relatos situados cronológicamente que van desplegando los hechos más importantes ocurridos durante ese tiempo, como la formación de Valinor (la morada de los dioses), la creación del sol y la luna, la llegada de los elfos, el origen de su descontento,... Sin entrar a valorar a fondo todo lo que el libro cuenta, sorprende el tono trágico que van tomando los acontecimientos en cuanto los Silmarills entran en escena. Estas joyas, forjadas por el elfo Feanor y que guardan en su interior el esplendor de los viejos días, se convierten en la semilla que destruye la paz en que elfos y dioses convivían y terminan deviniendo en la perdición de todo aquel que los desea.

Es más, al igual que ocurría en el Antiguo Testamento, esta perdición está exenta de la posibilidad de la redención. En un momento, una parte de los elfos, por orgullo, deciden abandonar su antigua morada, manchan sus manos con la sangre de los suyos y se ganan la condena de los dioses. Al igual que ocurrió con los judíos a los que conducía Moisés por el desierto, ninguno de los que salió de Egipto alcanzaría la Tierra Prometida. Un castigo que se va haciendo cada vez más desproporcionado a medida que los elfos van sufriendo uno tras otro todos los mazazos que les tiene deparados el destino, y que da al libro un tono global dramático y bastante amargo.

De todas las leyendas que aparecen, la más lograda es la de Beren y Luthien, una hermosa historia de amor contra "natura", repleta de sacrificios, contrariedades y valor. Quizás porque Tolkien estuvo trabajando en ella durante décadas y que él mismo veía reflejado en ella su vivencia con su mujer, es la narración que mejor refleja los sentimientos de sus personajes y donde más depurado está su estilo. Lo mismo se puede decir de algunos de los momentos más épicos (y tristes), como De la ruina de Beleriand y la caída de Fingolfin, De la quinta batalla: Nirnaeth Arnoediad o De Tuor y la caída de Gondolin. En la antítesis se sitúa la historia de Turín Turambar, una tragedia de dimensiones cósmicas, apenas un apunte (intermibable) de lo que podría haber sido.

Los otros 4 libros resultan en comparación, aunque importantes para el universo de la Tierra Media, meramente anecdóticos. El Ainulindalë es un denso relato del origen del universo donde Eru, el dios supremo, no utiliza la palabra para dar forma al mundo sino que utiliza la música. La Valaquenta es un dramatis personae del panteón de los valar, creados por Eru y encargados de regir los destinos de la Tierra Media. El Akallabêth es una breve crónica de la Segunda Edad centrada en la caída de Numenor, causada por el orgullo de unos hombres que ansiaban la inmortalidad que les estaba negada (y cuyo final está claramente sacado del mito de la Atlántida). Por último, cierra el libro De los anillos del poder y la tercera edad, que recupera la historia de los anillos élficos y algunos de los hechos más importantes que desencadenaron el escenario que encontramos en El Señor de los Anillos.

Centrándome en la edición que comento, es de justicia reconocer su mediocridad. No tengo ni idea de quién habrá elegido las escenas a representar, pero nos hurta los momentos más gloriosos para situar otros abiertamente incomprensibles. Sin ir muy lejos, en la historia de Beren y Luthien hay al menos una docena de grandes momentos que reflejar, y sin embargo nos ponen a la dama elfa montando encima del perro corriendo por la pradera, un pasaje menor que ni es importante ni permite el lucimiento del ilustrador. Asimismo, Nasmith es un artista más que competente que luce con brillantez a la hora de representar los paisajes, pero cuando representa figuras humanas en acción flaquea más de los conveniente. Alan Lee, John Howe o, incluso, los hermanos Hildebrant, le dan sopas con hondas. En su descargo, se aprecia que el tamaño del libro condiciona mucho el disfrute de sus dibujos. Son ilustraciones realizadas en un formato mucho mayor y la reducción a la que han sido sometidas hacen que pierdan resolución y calidad.

Lo que me parece más intolerable es el incontable número de errores tipográficos o falta de concordancia que se encuentra página sí página no, que ponen en la picota al corrector y en cuestión a la propia editorial. Estas ediciones de lujo tendrían que estar todavía más, si cabe, libres de errores, y denota que después de más de quince años desde la primera edición nadie se ha mirado de nuevo el libro para pulir esos errores. Así que, si interesa conocer la historia del mundo que Tolkien se pasó recreando más de 60 años de su vida, recomiendo la búsqueda de la edición sin ilustrar, que contiene casi lo mismo y es mucho más asequible.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
Este texto no puede reproducirse sin permiso.