Las aventuras de Tom Bombadil
J.R.R. Tolkien
Minotauro
The adventures of Tom Bombadil
1962

Noviembre de 2005
Traducción de Departamento de Traducción Irreverente
157 páginas
Ilustración de: Pauline Baynes

Si hay un personaje que despierta polémica entre los lectores de El señor de los anillos ése es, sin duda, Tom Bombadil. Su aparición al comienzo de La compañía del anillo suele tildarse de innecesaria, superficial, antinarrativa, anticlimática o, directamente, absurda. Como lector participo de esta opinión. Así como puedo entender, y razonar, otros dislates de Tolkien a la hora de contar su historia, la aventura del Bosque Viejo y la Quebrada de los Túmulos, con la presencia de este personaje, pierden gran parte de su fuerza entre el bucolismo y la ñoñería.

Sin embargo llevaba quince años esperando a leer estos poemas después de que en el primer número de la revista Gigamesh Albert Solé tradujese el primero de ellos. Mi etapa Tolkien durante la adolescencia fue bastante fervorosa y tenía ganas de leer el resto de los poemas publicados en este libro. Por fin Minotauro ha completado la biblioteca Tolkien con este volumen que viene a celebrar con tino el 50 aniversario del sello, cumplido en Noviembre del año pasado.

Para empezar se hace necesario indicar que de los dieciséis poemas que se recogen en Las aventuras de Tom Bombadil este personaje apenas aparece en dos. Algo entendible si se atiende al subtítulo que suele desaparecer cuando se escribe sobre esta obra: “y otros poemas de El Libro Rojo”. Estamos ante una trascripción de varios poemas típicos de La Comarca en los que tanto aparecen motivos que remiten al mundo de la Tierra Media, como “Olifante”, esas bestias utilizadas por los Haradrim como máquinas de guerra, “El último navío”, un canto a los elfos que parten hacia las Tierras Imperecederas, o “Perry Guiños”, la canción de un Troll que quiere romper su aislamiento, y otros de inspiración más difusa, como el canto a un ser feérico de “La princesa Mee”.

La complicada traducción ha sido llevada a cabo por el denominado Departamento de Traducción Irreverente (DTI), una red formada por traductores que 'disfrutan con la obra de Tolkien y están muy interesados en diversos aspectos de la traducción de su obra del inglés al castellano'. Su trabajo huye de la fidelidad que se le debe exigir a cualquier obra en prosa para recrear el ritmo y la rima de unos versos que están construidos para ser leídos en voz alta. Una elección que puede ser discutible pero que queda atenuada por el hecho de estar ante una edición bilingüe. Si alguien no disfruta del trabajo realizado por este nutrido equipo siempre tiene la opción de leer los poemas originales impresos en las páginas pares.

Como colofón, se han incluido las ilustraciones que acompañaron a la versión original del libro en 1962, obra de Pauline Baynes.

© Ignacio Illarregui Gárate 2006
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