Sombras del Imperio
Steve Perry
Martínez Roca
Shadows of the Empire
1996

1996
Traducción Albert Solé

348 páginas
Ilustración Drew Struzan

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las novelas enclavadas en el universo de Star Wars, al igual que las situadas en los Reinos Olvidados, la Dragonlance o Star Trek son, salvo alguna extraña excepción que todavía no he encontrado, literatura de usar y tirar. Obtienes una relativa diversión cuando el autor es lo suficientemente capaz como para proporcionarla, sigues a unos personajes más o menos carismáticos por los que sientes aprecio, y poco más. Pero ¿qué ocurre cuando el susodicho individuo que se esconde detrás de su autoría carece de la habilidad necesaria para conseguir ese efecto? Básicamente que sale un libro como éste, malo, aburrido, simple y tan apetecible como una velada de rancheras cantadas por Bertín Osborne.

Como todo el mundo sabe las películas de la saga cuentan acciones que ocurren en periodos de tiempo muy cortos, pasando meses o años entre cada una de ellas, que se constituyen como un lienzo ideal para ser rellenado con decenas de aventuras que lleven a los personajes desde la conclusión del film anterior al comienzo del siguiente. Táctica ideal para ganar dinero fácil, que Lucas ya llevó a cabo poco después de acabar La Guerra de las Galaxias, cuando se publicaron varias novelas (y una centenaria colección de tebeos) continuando su argumento. La única digna de recuerdo es El ojo de la mente, escrita por Alan Dean "soy el dios de las novelas de encargo" Foster, que construyó un solvente space opera, intrascendente pero muy divertido.

Sombras del Imperio incide en esa idea, y su premisa es en principio interesante. Contar qué ocurrió entre El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi; cómo los personajes intentan recuperar el cuerpo de Han Solo encerrado en la carbonita; cómo llegó a los Rebeldes la información de la nueva Estrella de la Muerte; cómo Luke, un incipiente Jedi en la anterior película, profundiza en su conocimiento de La Fuerza,... Sin embargo Perry carece por completo del oficio que Foster hizo gala en El ojo y es incapaz de hacer que funcione su historia ni por un momento.

Su gran pecado es no ser consciente de lo que demandaba la historia. Lejos de buscar nuevas situaciones en los que poner a los personajes y proporcionarle el ritmo necesario, se dedica a pergueñar un aburrido pastiche de la trilogía original. Me pregunto cuántas veces se ha de romper en una situación de "tensión" el cacharrito que hace posible el viaje por el hiperespacio del Halcón Milenario para que se den cuenta que hay que cambiarlo. O cómo es posible que los buenos siempre encuentren el proverbial campo de asteroides cuando lo necesitan. O cuan ineptos son los operadores imperiales que no se conocen una maniobra tan básica como pegarte a otra nave para pasar desapercibido ante sus sensores (y eso que la enseñan en su academia). Apenas tres ejemplos de las decenas que se pueden encontrar.

No contento con esto, y como el verdadero estaba bajo cero, fabrica para la ocasión un Han Solo de segunda sin wookie incorporado que atiende al nombre de Dash Rendar, cuya sólida personalidad, resumida en la frase sólo hago algo si me pagas, vuelve a ablandarse cuando los buenos le necesitan. Menos anodino resulta Xizor, rey del bajo mundo del Imperio, cuyo mayor talento, a parte de pavonearse ostensiblemente cada vez que idea un plan para menoscabar la figura de Darth Vader, es el de resultar irresistible para cualquier  moza con soltar unas gotas de sudor (menos para Leia, claro).

A lo que hay que sumar los diálogos cutres, las escenas sucediéndose sin sentido alguno, las páginas que le sobran, los hilarantes momentos "tristes", las absurdas pajas mentales que se hacen los protagonistas, el nulo sentido del ritmo, una ambientación de cartón piedra (eso sí, repleta de duriacero en vez de acero y duroconcreto en vez de cemento, que para eso estamos en una galaxia muy lejana)... Vamos, un compendio de todo lo que no debe ser un relato.

En la escala Simpson donde 10 es lo máximo, 0 lo mínimo y 5 la mitad, merece un -1. Comprar esto es tirar el dinero. Y leerlo (como he hecho) perder el tiempo. Sí, ya lo sabía. Pero uno es friki y, esporádicamente, hay que ejercer como tal.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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