El año de Drácula |
Antes que nada debo comunicar al posible lector de este comentario que mi opinión sobre este libro puede estar bastante distorsionada ya que lo leí mientras realizaba El Camino de Santiago, lugar ideal para meditar o relacionarte con gente pero no el más adecuado para leer un libro con cierto espíritu crítico. Como en esta página pienso poner todos y cada uno de los libros fantásticos que vaya leyendo me veo en la obligación de reseñarlo pero advirtiendo que no fui demasiado constante en su lectura y que desde que lo empecé hasta que lo terminé pasaron 28 días. El año de Drácula es una ucronía, es decir, un relato de historias alternativas, esas en las que la premisa es ¿y si fulanito en vez de haber sido asesinado por menganito siguiese vivito y coleando?. En este caso Kim Newman parte del Drácula de Bram Stoker y realiza un ¿Y si Van Helsing y sus secuaces hubiesen fracasado en su intento por acabar con el conde y este hubiese logrado hacerse con el control de la corona británica? A partir de esta atractiva premisa Newman se dedica a describirnos cómo sería la sociedad británica bajo el yugo de los vampiros. Para ello utiliza como motor de la historia los asesinatos de Jack el Destripador, en este caso conocido como Cuchillo de Plata, que se decica a matar a prostitutas neonatas (recién convertidas en vampiras). Y detrás de este conejo tenemos a todos los galgos del nuevo imperio, cada uno sirviendo a sus intereses particulares, pero todos deseando echarle mano al asesino del bisturí plateado. El año de Drácula es desde el comienzo una novela con un aparente gancho. A todo el mundo le gustan las historias de vampiros y aquí tenemos al vampiro por excelencia que, aunque no se le ve hasta el final de la novela, está presente en todas y cada una de sus páginas. Además Newman utiliza con habilidad los elementos de la novela original de Stoker y además hace desfilar por sus páginas a personajes sacados de los pastiches más celebres de la época. Para el lector un poco avezado en los escritores ingleses de finales del XIX y principios del XX (no es mi caso) la novela se convierte en un delicioso quién es quién en la búsqueda de personajes creados por Conan Doyle, Stevenson o Haggard. Y todo ello aderezado con el interés morboso que siempre ha despertado Jack el destripador. ¿Por qué no me ha encantado la novela? Porque a mi humilde entender le falta pegada. Desconozco la labor como escritor de Kim Newman, y aunque al tío se le nota que tiene algo es, en principio, bastante previsible. Por ejemplo, la historia de amor que se crea al final se ve venir desde el tercer capítulo. Además juega demasiado al gane diez libras si identifique al siguiente personaje, juego que puede resultar interesante si no se utiliza demasiado, pero que Newman retoma una y otra y otra vez. Finalmente muchos de los hechos que suceden en la novela no tienen explicación lógica (¿alguien me puede explicar porqué contratan al vampiro antiguo para perseguir a Geneviève?), suceden simplemente porque a Newman le apetece un poco de tensión en el ambiente. Concluyendo, que es gerundio. Una novela ideal para leer en la playa en verano sin demasiadas pretensiones, en especial para todos aquellos (como yo) a los que le gusten las novelas de vampiros en general y Drácula de Stoker en particular. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2000
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