Vampiros Relatos que contiene:
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Es curioso ver cómo los criterios mercantilistas son capaces de cambiar los títulos de ciertos productos y jugar con su aspecto exterior con el único fin de vender más libros. Al mirar la portada de esta estimable antología de relatos nos encontramos con dos de estos subterfugios, el primero bastante evidente y el segundo no tanto. La desnudita chupasangres que preside la portada, que parece indicar que en el interior vamos a asistir a un desfile de hembras en una pasarela sado-gore-porno-soft, y el cambio del título. Blood is not enough, algo así como la sangre no es suficiente, ha sido cambiado por el mucho más comercial Vampiros, que aunque también hace referencia a lo que te encuentras en el interior es mucho menos sugerente y pierde parte del sentido que tiene el original. Aunque algunos de los relatos sí que tratan sobre los vampiros más clásicos, los adictos a la sangre y los cuellos de toda la vida, se centra más en los que extraen la fuerza vital, las emociones o la esencia de las personas. Porque el vampirismo es un concepto mucho más amplio que la simple transferencia de hemoglobina. La encargada de realizar la recopilación es Ellen Datlow, reputada editora de la revista Omni y que tiene un buen ojo a la hora de seleccionar el material a publicar, como ya dejó entrever en la antología Sexo alienígena (donde además de demostrar que conoce a la perfección el territorio en el que se desenvuelve, dejaba entrever un cierto inconformismo y gusto por la variedad) Ya el relato que abre el libro es una señal de que no vamos a encontrarnos con el concepto de vampirismo usual. El deleite del carroñero es la historia de tres seres con la capacidad de controlar el comportamiento de las personas y que se alimentan de la desesperación que crean a su alrededor. Periódicamente se reúnen para comparar las diferentes perversiones a las que han sometido a sus marionetas, estableciendo una especie de competición para comprobar quien es el más hijo puta. Una muestra de terror puro de Dan Simmons a la que sólo se puede achacar su anticlimático final y que pone de manifiesto su facilidad para moverse en las distancias cortas, como ya había hecho en cuentos como El río estigia fluye corriente arriba, Metástasis o los relatos que formaban ese trasunto de los Cuentos de Canterbury y que llevaba por título Hyperion. Después la antología nos conduce por una serie de relatos en los que la figura del vampiro acaba siendo más cercana a la clásica. Cuentos como La mar no podía estar más mojada (inspirado en la historia de las ostras de Alicia de Carrol) o la clásica atracción vampiro víctima de El collar de plata, son dos buenos exponentes de esta forma de entender el mito. Un tanto decepcionantes son los relatos de dos escritores consagrados como Harlan Ellison o Tanith Lee. Ellison, uno de los más brillantes cuentistas de la ciencia ficción, se pierde en las formas y llega a cansar en su mareante Prueba con un cuchillo sin filo, toda una prueba de paciencia para el lector por su excesivo experimentalismo. Y Lee, a la que nunca he podido tragar, vuelve a mostrar su reputada ñoñería en una tontería sin interés que lleva por título El árbol janfia. Sin embargo, el otro gran clásico de la literatura fantástica que compadece en las páginas sí que cumple (y de sobra) con la revisitación de uno de sus cuentos más célebres: La chica de los ojos hambrientos, típica y refrescante muestra de la elaborada prosa del autor. Fritz Leiber se ha caracterizado especialmente por saber llevar el horror sobrenatural a las situaciones cotidianas de todos los días y, como ya hizo en novelas como Esposa hechicera o Nuestra señora de las Tinieblas, vuelve a introducir a una mujer con poderes sobrenaturales dentro de la aburrida vida de un perdedor. Quizás la cumbre de la antología se encuentre en el divertido ¡L´Chaim!, una sorprendente historia de un club de vampiros en los que las víctimas son seleccionados según su fecha de nacimiento, como si de un buen vino se tratase. Igual de bueno, aunque con un tono completamente opuesto, es Entre los muertos, una dura historia que se desarrolla en un campo de concentración nazi y en el que un judío se dedica a dejar sin una gota de sangre a sus compañeros con el único fin de ser él el superviviente. Hay que decir que, cuando fue publicado en los EE.UU. desató una incomprensible controversia dentro del fandom, a todas luces infundada. Sin lugar a dudas puede resultar bastante extraño ya que por una vez el enemigo no son los nazis que llevan el campo y ejecutan a los prisioneros, sino un judío que juega el papel de lobo entre los corderos. Tanto la elección del decorado (campo de concentración) como la de los personajes (lucha a muerte entre dos judíos) fue la causante de dicha polémica. Pero en ningún momento se falta al respeto a las víctimas del holocausto, que queda como la atrocidad que fue, ni tampoco se ensalza el nazismo. Eso sí, resulta duro y puede llegar a herir alguna sensibilidad, sobre todo con el acongojante, aunque previsible, final. Por otro lado, también resultan muy recomendables tanto Sentir el dolor de otro, de Chet Williamson, como Trabajo sucio, una de las pocas muestras de Pat Cadigan publicadas en España. El primero es un entretenido relato que lleva el tema hasta las representaciones teatrales de Broadway, donde una actriz se dedica a "robar" las emociones de sus compañeros de reparto de forma que puedan servirle de arsenal, mejorar su registro y así cautivar al público. Nada realmente novedoso pero contado con un ritmo y un saber hacer estimables. Trabajo sucio resulta quizás la pieza más extraña de todas, fruto de una de las mentes más innovadoras de la ciencia ficción y que aquí da una peculiar visión del tema. En este caso está centrada en el intercambio de emociones dentro de un grupo cerrado, que se vampiriza mutuamente y que de vez en cuando necesita que alguien de fuera (la tópica sangre nueva) traiga emociones diferentes que insuflen un poco de aire en el viciado ambiente del interior de la colonia. Además la estructura elegida para contar los sucesos es un homenaje a la novela vampírica seminal, Drácula (la novela epistolar por excelencia), adquiriendo la forma de una larga carta. Resumiendo. Una más que interesante recopilación, con un nivel medio bastante alto (cosa bastante inusual en el resbaladizo terreno del terror) que no debe faltar en ninguna biblioteca de los amantes de las historias de vampiros. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2000
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