Los cronolitos
Robert C. Wilson

La Factoría
The Cronoliths
2001
 Septiembre de 2002
Traducción Isabel Merino Bodes
307 páginas
Diseño de cubierta Jim Burns

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En alguna otra reseña de las que he escrito en los más de dos años y medio que lleva de vida El Rincón he comentado que si algo resultó especialmente dañado en el llamado "crack de los noventa" fueron las colecciones de relatos, que de ser unos libros de publicación más o menos esporádica pasaron a desaparecer por completo. Sin embargo hay otro clase de libros que también salieron muy tocados. No el formado por aquellos que podríamos considerar "importantes", los ganadoras de los grandes premios o los firmados por autores con un cierto tirón comercial, que salvo escasas excepciones encontraron su lugar entre las publicaciones de Nova y Minotauro. Sino otras novelas, dignas, bien escritas, de autores desconocidos hasta el momento, que, debido a la escasez de oferta, quedaron inéditas. Hasta que, con la reactivación de los últimos tres años, poco a poco se están recuperando. Y como el momento editorial parece de bonanza tenemos la suerte de que se empieza a seguir la carrera de sus autores (McAuley, Sawyer, MacLeod,...) en lo que podríamos llamar tiempo real.

Robert C. Wilson es un claro ejemplo de esto. Publicado por La Factoría desde el inicio de su aventura editorial, hemos podido leer hasta ahora dos novelas que sin ser redondas se dejaban leer con facilidad y, a pesar de sus lagunas (muy importantes en el caso de Darwinia), permitían el reencuentro del lector con este tipo de libros que podríamos llamar de relleno: no perduran en el recuerdo como los "importantes" pero ofrecen ideas interesantes y están escritos con oficio. Ahora nos llega su nueva novela que encabezaba las recomendaciones de Amazon de las novelas de ciencia ficción publicadas en el 2001 y que confirma todas las expectativas que se tenían sobre él. Sin ser precisamente un genio vuelve a ofrecernos un libro interesante que estimula el uso de las neuronas.

Los cronolitos parte de una situación inicial que se asemeja a la de Cuarentena de Greg Egan. La aparición de un objeto extraño e inexplicable, la burbuja en el caso de Egan aquí los cronolitos procedentes de 20 años en el futuro (que señalan futuras victorias de un general desconocido), cambia por completo la vida en la Tierra. Los científicos intentan explicar qué son y lo que implican, otros caen presa del miedo que causan, convirtiéndolos en el centro de sus vidas, mientras una inmensa mayoría trata de sobrevivir en un mundo que aparenta haber perdido el rumbo y la cordura. A este grupo pertenece Scott Warden, testigo de la aparición del primero de ellos en Tailandia, cuyo destino quedará inextricablemente unido a estas construcciones de un modo que sólo alcanzará a entender con el paso del tiempo.

El tratamiento que Wilson aplica está lejos de la manera en que Egan diseccionaba sus ideas. Frente a una historia centrada en la especulación total, cuestionándose el sentido de la realidad y la relación existente entre el hombre y el universo en el que se encuentra inmerso, Los cronolitos ofrece algo mucho más modesto y equilibrado, dando la misma importancia a la búsqueda de un significado cabal para el artefacto en cuestión que a las tribulaciones personales del protagonista.

La investigación acerca de ellos está orientada hacia el objetivo por el cual se han lanzado hacia el pasado y la maleabilidad del tiempo, si se puede cambiar o no el pasado para que un hecho futuro suceda con una mayor probabilidad. Las argumentaciones que Wilson pone en boca de sus personajes son de una claridad meridiana y fomentan que continuamente uno se haga preguntas sobre lo que ha ocurrido o lo que va a ocurrir. De especial interés resulta la exploración sobre la importancia psicológica que tienen como monumentos que son. Si son celebraciones de victorias futuras, al aparecer estos en el pasado, ¿no menguarán la resistencia de los que han de enfrentarse al que los envía el saber que van a ser derrotados en ese lugar un día? Además, por una vez, todas esas casualidades que aparecen en muchas historias (cómo se pueden encontrar en ciertos sitios dos personajes que llevaban años sin verse, la aparición en el momento más inoportuno del "malo" de turno,...) están explicadas de forma convincente, con un regustillo muy Dick.

La otra parte importante la constituye la faceta humana de la historia, cómo cambia la vida del planeta tras su aparición. Obviamente no se puede eludir el culto pseudo religioso que se crea a su alrededor y que amenaza en varios momentos tanto al protagonista como a sus familiares. Lo que se agradece es que lejos de caer en los excesos de otros autores coetáneos como Sawyer los sentimientos no están exagerados y los personajes se muestran menos sobreactuados, más naturales. Aunque también es cierto que a veces los cronolitos desaparecen por completo de escena durante páginas y páginas y te preguntas ¿pero no estaba leyendo una novela que giraba entorno a ellos?

Lo que sí que se aprecia es una evolución de su narrativa hacia una cadencia de la que carecía Darwinia, y el mantenimiento de una extensión ideal para contener su propuesta. Lejos de los megatochos que se estilan en la actualidad se agradece que alguien sea capaz de contar algo en apenas 300 páginas. Lo único que se le puede achacar es de nuevo un final ciertamente cinético que deja algún interrogante demasiado abierto y que culmina con un final feliz notoriamente forzado. Bueno, eso y el precio que le han puesto, que está en el límite de lo que se puede pagar por un libro como éste.

Y dado que desde aquí otras veces les he metido varias collejas a la Factoría por la calidad de algunas de sus publicaciones, es de recibo reconocer que la edición que presentan de Los cronolitos está mucho mejor de lo esperado y, salvo los contados erratas científicas que casi siempre se les cuelan, han hecho un buen trabajo.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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