Los tejedores de cabellos
Andreas Eschbach

Bibliópolis
Die Haarteppichknüpfer
1995
 Junio de 2004
Traducción José María Faraldo
217 páginas
Ilustración Vincent Madrás

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Algo está ocurriendo en el panorama editorial de literatura fantástica para que se estén rompiendo con los tabús acumulados durante la última década. Hay diversas editoriales publicando títulos escritos por autores españoles, poco a poco están apareciendo colecciones y antologías de relatos de todo tipo, hay una variedad y cantidad de oferta impresionantes, se están recuperando clásicos que llevaban tiempo fuera del mercado,... Y, por si no fuera suficiente, se está comenzando a mirar hacia la Europa no anglosajona para ofrecernos, en la medida de lo posible, un vistazo de lo que se está publicando allende nuestras fronteras. Ejemplos los hay patadas.

Es de justicia reconocer la labor desempeñada por Bibliópolis, que hace dos años hizo trizas cualquier prejuicio establecido con la llegada de ese huracán, genio y figura llamado Andrzej Sapkowski. Una apuesta muy arriesgada (tres de los nueve primeros títulos de la colección vienen firmados por él, encima formando una serie) que devino en un fulgurante éxito, a todas luces, inesperado. Ahora ha llegado el momento de ir abriendo mapa, ofreciendo lo que vendría a ser la segunda oleada. Como primer refuerzo llega otro autor con mucho tirón en su país de origen, el alemán Andreas Eschbach, que ha publicado con éxito en Francia, Italia, Polonia, Chequia o, incluso, Japón. El libro elegido ha sido su opera prima, Los tejedores de cabellos, que llega con premios europeos bajo el brazo como el Bob Morane o el Imaginales (sendos galardones que, curiosamente, años después ganó Juanmi Aguilera con La locura de Dios). Y, sinceramente, no se me ocurre que pudiese haber otra opción mejor: el grado de satisfacción vuelve a ser enormemente alto.

La historia que desarrolla Eschbach se sitúa en un futuro muy lejano. La humanidad vive dispersa por una pléyade de mundos que abarcan varias galaxias y sus designios son controlados por un emperador inmortal al que se adora desde la cuna a la sepultura. Este dios todopoderoso vive rodeado de riquezas en un palacio y vela por la seguridad y el bienestar de sus billones de súbditos, inmersos en una teocracia de la que ni se plantean escapar. En el culto que se le rinde juegan un papel fundamental los tejedores de cabellos, abnegados artesanos que emplean toda su vida en elaborar unos complejos tapices, de apenas dos metros de altura, confeccionados con los cabellos de sus mujeres e hijas. Una vez terminados, después de décadas atados al bastidor del telar, los venden a los comerciantes del Imperio por una elevada suma de dinero que será empleada por su hijo para fundar una familia y preparar su propia obra.

Alrededor del gremio de tejedores ha crecido una sociedad despiadada, que vive por y para ellos, donde la educación es un privilegio escaso de la que pocos gozan, la tecnología ha quedado anclada en un atraso desconcertante y no se vislumbra posibilidad alguna de mejorar la calidad de vida. Rápidamente las preguntas vienen solas: ¿cuándo y por qué se inicia la labor de los tejedores? ¿Realmente se emplean para adornar el palacio del emperador? ¿Puede la vida de alguien girar únicamente alrededor de esas piezas que jamás llegan a tener 4 metros cuadrados? ¿Por qué se considera al emperador un dios omnisciente? ¿Puede ser derrocado?

Para responder a estas y otras cuestiones, Eschbach se sirve de una estructura que no es una novela propiamente dicha y que se asemeja a la utilizada, por ejemplo, por Ray Bradbury en Crónicas marcianas. Estamos ante un conjunto de relatos con un importante aire fabulador, ordenados secuencialmente, que, salvo una excepción, no comparten protagonista, aunque sí que coinciden en algunos personajes, y que se suceden con una cadencia muy apropiada para ir transmitiendo los elementos que construyen la narración.

La historia de un tejedor de alfombras cuyo hijo no quiere seguir su ejemplo, un maestro de escuela que le llenó la cabeza de ideas sobre un mundo mucho más grande que el lugar donde se encuentran, la hija de un comerciante que desea casarse con él, un tejedor del mismo poblado que perdió su obra en un incendio, una buhonera que se encuentra con un visitante de otro mundo,... forman breves secuencias que gozan de un inmenso poder acumulativo y que crean un minucioso e ilustrativo tapiz sobre la naturaleza del poder, la corrupción que llega con éste, el choque entre orgullo y la humildad, la inercia histórica, el cambio y los miedos que produce, o el sentido de nuestra existencia.

A destacar la solvencia de Eschbach como antropólogo al recrear una sociedad y unas costumbres extrañas pero fieles a las concepciones humanas de las que surgen, que recuerda levemente lo que hemos podido leerle a Ursula K. Le Guin en muchas de sus obras del Ecumen. Muy especialmente sus relatos más tardíos presentes en Cuatro caminos hacia el perdón o "Las niñas salvajes", pero sin dejarse llevar por el amaneramiento ni la sensiblería barata de algunos de ellos.

Quizás algún detalle, como la pérdida de continuidad patente entre determinadas piezas del final del libro, me impidan utilizar el calificativo de obra maestra. Pecata minuta. Los tejedores de cabellos es una narración sobria, llena de sentimiento, esperanza y desencanto, que ofrece un verosímil muestrario de actitudes ante la vida. Una obra donde, a diferencia de otras brillantes primeras "novelas", la estructura es una delicia y va de la mano, de principio a fin, con la historia que el autor nos quiere contar. Un relato de esos que perduran en la memoria y que dan empaque a la ciencia ficción.

© Ignacio Illarregui Gárate 2004
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