Monster

Guión y dibujo Naoki Urasawa
Planeta deAgostini
Monster
1995
Octubre de 2001
Serie abierta
Traducción Marc Bernabé y Verónica Calafell
Rotulación: Albert Agut
112 páginas
Foto de cubierta Jonathan Camí

Hasta ahora los mangas de contenido más o menos adulto (en la acepción amplia de la palabra, que no me estoy refiriendo a los tebeos para adolescentes calentorros) publicados en nuestro país habían fracasado uno detrás de otro salvo las proverbiales excepciones. Quizás el ejemplo más claro de todo esto sea lo ocurrido con títulos como Assasination Blues, Crying freeman o Santuario, orientados a lectores un poco más exigentes y formados, que no terminaron de cuajar y acabaron en el más absoluto ostracismo, coartando el futuro editorial de otras series destinadas al mismo público y que por temor a una carrera semejante no vieron o verán jamás la luz. Cierto es que algún otro tebeo ha sido de éxito rotundo, como Akira, mientras que otros han tenido uno un poco más relativo, caso de Ikkyu o Gon. Pero estos ejemplos aislados no son suficientemente significativos como para invalidar la afirmación anterior.

Sin embargo hace un año y medio hubo algo que hizo saltar esto por los aires. Jaime Rodríguez, editor de Planeta, apostó fuerte por Adolf, una obra de mucho empaque y en principio de difícil acceso al lector normal, no por ser excesivamente complicada sino porque su temática (estamos ante un tebeo de ficción histórica) no es la que usualmente ha triunfado aquí. Estoy hablando de un thriller histórico ambientado en la segunda guerra mundial y en el que ni las escenas de acción ni la comedia son el motor de la historia, abundando los momentos duros y sensibles. La maniobra le salió bastante bien y la primera edición se agotó, algo completamente excepcional en el mercado del tebeo en España. Hace seis meses volvió a apostar por otro tebeo de lectura poco rutinaria y de paso obligado para todo amante del medio, Nausicaä. Ahora ha puesto los primeros ladrillos de lo que pretende ser un sello, la llamada Biblioteca Pachinko, en torno a la cual se intenta ofrecer manga de una temática más adulta, donde adulto quiere decir también maduro; una especie de cajón de sastre donde publicar tebeos más reflexivos y pensados que los que habitualmente no llegan desde el lejano oriente. Y después de leer las dos primeras muestras de la línea, cruzo los dedos para que esta iniciativa siga adelante.

Naoki Urasawa no es un desconocido por estos lares. Hace la friolera de 8 años (no sé si es que yo me hago viejo muy rápido o son los años los que van cayendo muy rápido) Planeta ya publicó Pineapple Army, una recopilación de historias sobre un instructor de combate, dibujado por él y escrito por Kazuya Kudo. Allí ya se mostraba como un estupendo narrador de los que hacen volar tu cabeza por la página sin esfuerzo alguno. Ahora nos llega esta serie, creada cinco años después que la anterior, y que además de afianzar la impresión que ya se tenía sobre él nos muestra a un Urasawa más autor que nunca, ya que esta vez es el que escribe sus propias historias. Y la impresión no puede ser más positiva.

Kenzo Tenma es un joven neurocirujano japonés que trabaja en el hospital de Düsseldorf y es el mejor en lo que hace. Su habilidad es explotada por la dirección del centro para operar a los pacientes más célebres y así conseguir un cierto status que sitúe tanto al hospital como a su director general a la cabeza de la medicina en Alemania. Después de operar con éxito de un aneurisma a una famosa cantante de ópera se entera que antes que ella legó al hospital con un problema semejante un turco que fue puesto a la cola detrás de tan célebre personaje. A Tenma le entran remordimientos porque sabe a ciencia cierta que si hubiese atendido como le correspondía al hombre éste se hubiese salvado. La dirección le ha vuelto a utilizar y eso ha provocado la muerte de alguien. La situación se vuelve a plantear cuando se descubre a un niño superviviente de un asalto a una casa que llega a la vez que el alcalde de la ciudad. Aunque le corresponde atender al niño, se le asigna al alcalde. Tenma se juega el cuello y opera satisfactoriamente al chaval, pero el alcalde muere, lo que provoca su caída en desgracia. Esto no le preocupa excesivamente porque sabe que ha hecho lo correcto. Pero el niño al que ha salvado la vida no es lo que parece y es una criatura terrible que pone en peligro a todos los que le rodean, el monstruo del título.

El primer pensamiento que produce su lectura, y de intuir el camino que se prevé para el futuro, es que estamos ante el comienzo de una historia propia de un arco argumental de Expediente X con tintes médicos, además de un thriller psicológico en toda regla. El misterio está conducido excelentemente, ya que Urasawa deja caer continuamente pequeños trozos de información sobre la naturaleza extraña del niño que hacen intuir el peligro que encierra en su interior, cosa que con toda seguridad se verá en las próximas entregas. El ambiente hospitalario que preside este primer número también está inmejorablemente retratado, sobre todo porque no es un fin en si mismo (no estamos ante un Urgencias en viñetas) sino una herramienta excelente para situar tanto la acción como los personajes. Puestos a buscar algún defectillo venial nos encontramos por enésima vez con el ombligismo típico de la mayoría del manga que suele situar en los lugares más insospechados a personas nacidos en el país del sol naciente. Sé que esto tiene un motivo claro, el facilitar a sus lectores la identificación con el personaje, que todos sentimos algo especial por nuestros compatriotas. Pero parece un poco gratuito que esté ambientado en Alemania, cuando a simple vista podía haber tenido lugar en Japón sin problema alguno. Además salvo el personaje del doctor Tenma el resto de los que aparecen son excesivamente rutinarios. Una vez presentados en un par de viñetas ya sabes perfectamente de qué pie cojean, intuyendo a kilómetros cómo se van a comportar en las siguientes páginas. Pero ya digo que estoy afeitando un huevo. Monster ofrece algo que es muy difícil de encontrar, una obra casi redonda de un género muy poco explorado en nuestro país

De vez en cuando creo que hay que darle oportunidades a obras que en principio no compraríamos porque vienen de donde vienen o su autor en un principio no nos dice nada. En esta vida sólo el que arriesga obtiene satisfacciones y en esto de las viñetas ocurre lo mismo. Y Monster resulta sin ningún género de duda un entretenimiento garantizado. Ya sólo por esto merece la pena. El resto viene solo.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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