Kevin Smith y la trilogía de New Jersey
Varios autores
Boxx Press
Diciembre de 1998
144 páginas
Ilustración Sergio Córdoba

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Escribir un libro sobre una película o una serie siempre es complicado. Hay que satisfacer por igual tanto a la persona que ha visto la película como a aquel que no se ha acercado a ella y, sin embargo, quiere conocer más datos sobre ella. Sin embargo Lorenzo Díez demostró que es perfectamente posible conjuntar ambos factores en su guía a la saga de Alien, un libro muy documentado, perfectamente estructurado y muy ameno. Con motivo del estreno de Dogma, la fallida película en la que Kevin Smith intentaba acercarse al tema de la religión católica desde una perspectiva desmitificadora y gamberra, la editorial semi profesional valenciana Boxx Press lanzó este refrito que es todo lo opuesto a lo que Díez consiguió en su obra, ya que no puede satisfacer a ninguno de los públicos para los que podría estar destinado.

El gran problema que padece este libro es que carece por completo de una estructura interna, siendo un mero collage de textos que no consiguen ningún tipo de continuidad. Cierto es que el terreno que delimita cada uno de los tres filmes parece convenientemente trazado, habiendo una serie de artículos que se repiten para cada una de ellas, como puede ser un dramatis personae o un comentario sobre la banda sonora. Sin embargo no hay cohesión alguna, repitiendo muchos de ellos de forma recurrente las mismas anecdotillas y escenas de las películas, sin profundizar apenas en la visión de Smith sobre la gente de su generación.

Para el lector novel que no haya visto ni Clerks, ni Mallrats, ni Persiguiendo a Amy (las tres películas que forman la trilogía de New Jersey que menciona el título, recientemente cerrada con una cuarta, Jay y Bob el silencioso contraatacan) les resultará imposible leer el libro ya que no hay presentación de las películas, pivotando la mayoría de los textos en torno a múltiples referencias sobre la trilogía, en una perpetua endogamia, que a parte de no aportar nada a la lectura parecen más un mero alarde de conocimiento del autor que un intento de profundizar en la película.

Y para el lector que ya ha visionado las películas tampoco puede resultar satisfactorio ya que no hay análisis más allá de lo que todo el mundo pudo ver, ni se indaga en lo que fue el rodaje, ni en la escritura del guión, ni en la evolución de los personajes (tema tratado muy superficialmente), ni en las propias incoherencias de Smith. Es más, la única referencia que se indaga es la proveniente del mundo del cómic. Vale que ésta es capital en el director, pero no la única. Y es que no se intenta relacionar su cine con el de películas de John Landis o John Hughes (dos de sus referencias fundamentales), o con directores como Hal Hartley o Jim Jarmush. Además se hurta uno de esos momentos que todo seguidor de su cine espera, el omnipresente diálogo sobre Star Wars, que en Persiguiendo a Amy alcanzó su momento más álgido.

Puestos a buscar un rasgo positivo éste se puede encontrar en el abundante material gráfico que rellena cada página. Sin embargo éste queda a veces deslucido por la maquetación amateur del libro y porque muchas de las imágenes, obtenidas de internet, eran de ínfima calidad, notándose a kilómetros la pixelización típica de este medio. Ésto me lleva a pensar que más que ilustrar el texto con imágenes se buscaba la manera de rellenar el mayor número de páginas posible con el fin de no quedarse en 30 o 40, y así poder vender un libro lo más gordo posible con el mínimo trabajo.

Para terminar, decir que una de las cosas más contradictorias que se encuentran entre sus páginas es que se dedican dos páginas para enmendar las traducciones y los doblajes que se han hecho de las películas. Y después, en los artículos que se han sacado directamente del inglés, se comentan errores de bulto, algunos ciertamente descacharrantes, como el traducir german shepherd (pastor alemán) como shepherd alemán o social disiase (enfermedad de transmisión sexual o enfermedad venérea) como enfermedad social. Antes de dar lecciones hay que "aprendérsela" y ser consecuente con lo que se quiere predicar.

© Ignacio Illarregui Gárate 2002
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