Memoria de dragón
Javier Negrete
edebé
2000
273 páginas
Fotografía Archivo edebé

Existen muchas situaciones que permiten analizar cómo se encontraba el mercado de la literatura fantástica en España hace un lustro. Ninguna antología de relatos disponible, escasa presencia de autores y títulos más allá de los superventas y/o premios, volumen de publicaciones bastante bajo,... Un pequeño desastre. El síntoma más acuciante de tal estado estaba en la acuciante necesidad de nuestros escritores más representativos de "huir" a otros pastos para poder publicar sus libros, fundamentalmente en las colecciones de literatura juvenil. Conocido es el caso de César Mallorquí, que ha conseguido algunos de los premios más importantes en este campo con títulos tan recomendables como La Catedral o El último trabajo del Señor Luna. Lo mismo se puede decir, aunque con un éxito menor, de Elia Barceló, Armando Boix o Javier Negrete.

En sí es positivo que encontrasen un nicho y hayan podido desarrollarse dentro de él aun a costa de sacrificar parte del contenido de sus obras. Tener que situar como protagonista central a un adolescente entre los 14 y los 18 años, con algún problema para adaptarse a su realidad, ya de por sí limita mucho el desarrollo de lo que va a ocurrir. Lo mismo se puede decir de la obligada simplicidad narrativa, la omnipresente educación en valores o los momentos didácticos sobre algún aspecto en concreto, muchas veces superfluos como ocurre en este Memoria de dragón con una explicación de lo que es internet, los links, los buscadores,... que se ha quedado viejo a una velocidad alucinante. Hoy en día cualquier adolescente sabe mejor que nadie cómo funciona la red.

Comparando con el otro libro de Negrete editado en una colección juvenil, Nox perpetua, estos elementos destacan todavía más. Al haber sido escrita con otros fines y pensando en un público más adulto, no se metió ninguno de ellos con calzador y tenía un desarrollo menos acartonado. Es una lástima que el lugar donde una historia va a ser publicado condicione tanto la escritura, cuando sin esas cortapisas se pueden escribir unas todavía más redondas que pueden ser igual de celebradas, no sólo por el público juvenil sino también por otro un poco más adulto.

Más allá de esto, que no deja de ser algo secundario, Memoria de dragón es un libro agradable y sencillo que cuenta lo que le ocurre a Marta cuando parte de Madrid rumbo a Tarpeya, ciudad imaginaria situada en plena Meseta Castellana, donde va a vivir con su tío huyendo de la difícil convivencia con su madre. Durante el camino se cruzará con el Hombre Gris, un enigmático personaje que cautiva su imaginación y con el que volverá a encontrarse en repetidas ocasiones, iniciando una extraña relación que le llevará a descubrir qué se encuentra detrás de su extraño comportamiento y poniéndola en un grave peligro.

Lo más interesante de la historia proviene del apartado fantástico, bien llevado desde el comienzo y que de ser prácticamente inexistente va penetrando en la vida de Marta hasta llegar a la gran traca final. Una buena muestra del sólido talento narrativo del autor junto a esos momentos made in Negrete que sirven para dar más profundidad a la trama, fruto de su pasión por los mitos y leyendas de las civilizaciones antiguas. Aunque no haya recurrido como en La mirada de las furias a sus amados griegos sino a los mucho menos conocidos hititas.

A esto hay que unirle lo verosímiles que resultan los adolescentes que aparecen en el libro, que se comportan tal y como lo hacen los de verdad, lejos de los amaneramientos de algunos popes de la novela juvenil como Gonzalo Moure, que naufragan completamente al refugiarse en unos personajes que hablan y piensan como cuando ellos eran jóvenes, hace más de 30 años, con leves actualizaciones sacadas del último episodio de Compañeros. En esto se nota su condición de profesor de instituto que le permite estar en contacto con ellos y conocer su día a día. Además se permite el lujo de hacer aparecer un friki en toda regla que alegra un poco el panorama para los lectores de literatura fantástica, aunque no nos hayamos parecido en nada a él (je, mi vicio era secreto).

Memoria de dragón es un libro muy recomendable para cualquier adolescente al que no sepamos qué regalar o para acompañarnos una tarde de verano que no tengamos nada a nuestro alcance y nos apetezca perdernos en una lectura sin complicaciones, entretenida y satisfactoria.

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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