Asimov ciencia ficción nº1
Ediciones Robel
Octubre de 2003
Traducción Domingo Santos
194 páginas
Portada de Nacho Reina

Relatos que contiene:

  • Nitrógeno Plus - Jack Williamson

  • El visitante - Ángel Torres Quesada

  • La multiplicación de los papeles - Leslie What

  • Antropología cuántica - Liz Williams

  • La caja de Ghandi - Daniel Abraham

  • El sumidero frío - Stephen Baxter

  • Vuela de noche - Larry Niven

Ha pasado mucha agua bajo el puente desde que a mediados de los 80 Forum publicase la última versión de Asimov´s Science Fiction (la chapuza de Mega Multimedia no merece la mención que ahora le hago), probablemente la revista de ciencia ficción americana más importante de la actualidad. No por nada se ha convertido en una costumbre que su editor, Gardner Dozois, se lleve el galardón al mejor editor en la mayoría de los premios otorgados en EE.UU. Este mes de Octubre ha aparecido el primer número de una nueva encarnación por parte de Ediciones Robel, que en los últimos meses ha iniciado una línea muy productiva con los libros de El Orden Estelar y la colección Doble, recién aparecida y que recoge dos novelas cortas en un mismo volumen.

Su apariencia externa es esperanzadora. Estamos ante una publicación en formato libro, agradable para la lectura de cuentos, con una apariencia sólida y manejable, una portada atractiva y una maquetación diferente, bien pensada y que huye del estaticismo habitual. Desde aquí un más que sonoro hurra para los encargados de darle al contenido el mejor aspecto posible. Algo en franca contradicción con el contenido, que desluce bastante un primer número que debería haber sido otra cosa si esperaban captar lectores.

Se podría pensar que después de 15 años desde su última encarnación se habrían acumulado suficientes obras de peso como para haber hecho un primer número antológico. Después de todo la edición de cuentos en España en los últimos años ha brillado por su ausencia, y se podían haber repescado muchos de los inéditos más ilustres. O haber buscado entre los autores que han surgido en este periodo y que no han visto casi ninguno de sus cuentos en nuestro idioma, caso de Ted Chiang, Terry Bisson, cuyo afamado "Bears discover fire" sólo conoce una edición argentina en Cuásar, o muchos otros. Así se hubiese conseguido un primer número potente que atrapase a los lectores, para después ir dosificando obras potentes con otras más de relleno, que por narices siempre van a figurar en una publicación mensual como ésta. Pero aquí se ha optado, por el motivo que sea, por hacer un número de relleno con material mediocre en el que, salvo las excepciones de rigor, abundan las historias escritas por autores a los que se les pasó el arroz hace décadas mezcladas con otras decentillas fruto de desconocidos que no molesta que sigan siéndolo. Lo que no invita a ser demasiado optimista para el futuro de la revista.

El ejemplo más claro de lo que digo se halla en el cuento que abre la revista, "Nitrógeno Plus", obra de un nonagenario Jack Williamson que destaca precisamente por esto; cómo un tío que está ya en los 90 puede escribir un relato legible y desarrollado de forma aceptable (muy similar a lo que Jack Vance, con menos edad pero igual más "cascado", hizo en su novela Lámpara de noche). Sin embargo tampoco se libra de ser pueril y pulpero en grado sumo, llegando a parecer que ha surgido de algún baúl encontrado en el desván de la casa de John W. Campbell. La ciencia ficción ha cambiado mucho en los últimos cincuenta años, sufriendo muchos cambios en los que esta revista ha sido parte fundamental. Me niego a creer que no había nada más representativo que este Williamson para abrir la singladura.

Lo mismo se puede decir del otro gran nombre de este primer número, Larry Niven, del que se ha seleccionado una novela corta enclavada en su escenario más recurrente, el del Universo Conocido, del que apenas se han traducido historias suficientes como para tener una visión de conjunto. Así que para los que apenas hemos leído nada enclavado en él resulta harto complicado descubrir en "Vuela de noche" cómo es ese universo, qué es un kinz, qué costumbres rigen a esta especie, cómo ha sido su pasado con la especie humana, cómo se estructura socialmente,... cosa que daría lo mismo si Niven se preocupase un poco de hacerlo accesible para el novato. Pero, legítimamente, opta por hacer una inmersión total ya que gran parte de ello ya lo ha desarrollado en el pasado y convierte su lectura en un galimatías difícilmente descifrable para el lector hispano. Aunque, de lo que se puede sacar, tampoco es que estemos ante un space opera frenético como La paja en el ojo de dios, alargándose el argumento más de soportable.

Por si no fuese suficiente en este primer número se nos introduce otra historia, "El sumidero frío", enclavada en otro universo creativo que apenas hemos podido leer: el de la guerra que enfrenta a los Xeelee y a los pájaros Fotino (un único relato aparecido hace años en Gigamesh). Su único interés radica en contar una historia paralela a la confrontación que involucra a una especia que pasaba por allí. Baxter demuestra que el hard con personajes no le es un terreno ajeno, y resulta comprensible siempre que se obvien las referencias a todo lo que no se ha publicado.

Por contra, sin llegar a salvar el día, son los desconocidos los que hacen un papel más relevante. Daniel Abraham sorprende por su crudeza en una historia acerca de las personalidades violentas, realizando una semblanza centrada en el intento de reinserción de un cabrón, que a pesar de los medios que se le han puesto (la caja del título, una salvaguarda que controla sus bajos institntos) no puede evitar ser lo que es. Liz Williams utiliza la relación inextricable entre observador y observable para narrar el enésimo encuentro entre dos culturas alienígenas, con los mismos resultados de siempre: el controlador es superado por un controlado que supera su ámbito de conocimiento. Mientras, Leslie What firma la bufonada del número con "La multiplicación de los papeles", que recuerda al clásico de Avram Davidson, "Todos los mares llenos de ostras", seguramente escrita cuando el trabajo le sobrepasaba por completo y que aúna sonrisa cómplice e intrascendencia.

No extraña que lo mejor esté firmado por un autor nacional, aunque viendo la competencia lo ha tenido demasiado fácil. En "El visitante", Ángel Torres Quesada se "venga" infantilmente de los despiadados críticos poniendo de protagonista al arquetípico y "elitista" crítico sin escrúpulos, que opta por torpedear los libros que el resto del público considera como buenos, y que en el fondo anhela ser escritor (como todo crítico que se precie de serlo, claro). Tras un fracaso con su primera historia, que no consigue vender por mala, recibe la visita de un personaje que le promete el éxito a cambio de su ayuda. Quesada está más entonado que en las últimas narraciones que había leído suyas y recupera el pulso que le llevó a ganar el UPC en el 91 con "El círculo de piedra", aunque las ideas estén demasiado manidas, uniéndose al maniqueísmo simplista que comentaba conceptos argumentales que recuerdan a clásicos de la ciencia ficción como Clarke o Simak (¡ese final!)

Junto a los relatos nos encontramos con tres triviales comentarios sobre libros, cómics y DVDs, de los que se podría prescindir; hoy en día hay innumerables revistas que se encargan de ello con mucho más tino. Harina de otro costal es la columna de Robert Silverberg. Nadie mejor que él para hacer un breve y sentido recorrido por lo que fue la new wave, de la que formó parte fundamental.

Al final la valoración es pobre, y en el aire hay un cierto olor a chamusquina. Antes que pensar mal, opto por creer que Santos ha hecho lo posible con el material disponible y que han sido el dinero y el tiempo (los derechos han revertido a los autores) los que nos ha privado de los autores más capaces y las obras agraciadas en los grandes premios (o las candidatas). Porque como lo que se presenta en este número sea lo mejor que ha podido encontrar...

© Ignacio Illarregui Gárate 2003
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