La historia de tu
vida Relatos que contiene:
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La ciencia ficción andaba falta de un libro que, aparte de estar bien escrito, tratar temas atractivos y regalar elevadas cantidades de ese sentido de la maravilla que algunos necesitamos meternos en vena mes tras mes, ofreciese un "campo de trabajo" radicalmente diferente al observado hasta el momento. Que aun bebiendo de las fuentes clásicas, ganase una personalidad propia poniendo en cuestión aquello que nos rodea desde una perspectiva flamante. Que brindase al lector caminos no transitados y estimulase su cerebro con ideas intelectualmente atrevidas. Un libro singular que fuese un compendio de lo que la ciencia ficción más genuina ha ofrecido durante su ya extensa trayectoria. Pues bien, todo eso (y más) es lo que se puede encontrar en La historia de tu vida, un alarde conceptual que pone en tela de juicio frases tan repetidas, monótonas y lerdas como la ciencia ficción está muerta de la mejor manera posible: demostrando que sigue habiendo autores interesados en escarbar en la naturaleza humana a través de escenarios donde la imaginación no esté reñida con la verosimilitud. Su artífice no es un escritor profesional, alguien que se dedica a tiempo completo a esto de la escritura y que vive de su obra. Ted Chiang trabaja en la industria informática y, de vez en cuando, escribe un cuento. Un cuento que igual tarda en gestarse dos o tres años, periodo en el que va madurando ideas y estructura como hacían los artistas de antaño; sin prisa, con mucha pausa, cincelando obras casi perfectas que satisfacen a aquéllos que se acercan a ellas. Como resultado de este modus operandi, tan atípico en el mercado estadounidense de género, surge este libro que reúne su obra completa. En La historia de tu vida se presentan básicamente dos tipos de relatos. Por un lado obras que derivan del hard más clásico, que condensan en la extensión justa una estructura sumamente cuidada y un componente humano enclavado en nuestro entorno cotidiano, siempre supeditadas a la noción de la cual Chiang hace crecer la historia. Y por otro relatos donde, sin sacrificar ni idea ni estructura, opta por recrear con desarrollos más detallistas la realidad que conocemos para estudiar con una atención mayor lo que rodea nuestro conocimiento. Entre los primeros se sitúa "Comprende". En él, la potenciación de nuestra mente mediante oscuros experimentos médicos da origen a una nueva especie que no sólo es capaz de apreciar un nivel de información muy superior al nuestro sino que, profundizando al máximo en sus capacidades, puede llegar a modelar todo lo que le rodea. Un relato imaginativo que incluso cuando termina orientándose hacia una confrontación de "dioses" entre "mortales", lo hace con clase, ingenio y agudeza. Otra muestra es "Dividido entre cero". Chiang saca el máximo partido a los problemas que ha tenido la Matemática para definir su propia consistencia para asentar la crisis que atraviesa una matemática cuando se topa con una demostración cuya conclusión es demoledora: la Matemática, base de nuestra sociedad y sin las que nuestra vida sería imposible, no es fiable. Y lo hace acercándose a la receta Benford/Sawyer, desarrollando a la par el descubrimiento y los problemas que estallan a su paso en la familia de la científica, pero con una elegancia que dichos autores ni tienen ni se les espera. Y tras el inocuo e intrascendente "La evolución de la ciencia humana", un ultra corto que no pasa de ser una gracieta venial, en "¿Te gusta lo que ves? (Documental)" Chiang afronta lo que tan bien define en el título: un documental sobre el impacto que tiene en una universidad americana un referéndum en el que se decidirá si sus estudiantes deberán someterse a la caliagnosia; un tratamiento que impide la percepción de la belleza en los rostros de la gente. A través de sus diversos segmentos nos aproxima a su necesidad, los pros y contras, los tejemanejes de los grupos de presión asustados de las potenciales consecuencias de su aprobación, la evolución de la campaña y su resolución, escrutando en lo más hondo de esa sociedad de la imagen en la que vivimos inmersos y que condiciona incontables facetas de nuestra vida. Incluye una serie de ideas utópicas que no dejan de ser bonitas. ¿Acaso no sería genial un mundo en el que pudiésemos ir más allá de lo aparente y ver a los demás tal y como son y no como parecen ser? Pasando al segundo "tipo" de historia, sobresale "La torre de Babilonia", una obra maestra ejemplar sobre la construcción de cosmogonías. Parte de los conocimientos de las ciencias naturales que tenían los babilonios para recrear el universo en dicha clave, y lo muestra a través del viaje de un artesano hasta la parte superior de la bíblica torre de Babilonia, donde deberá horadar la parte inferior de la bóveda celeste para descubrir qué hay al otro lado. Un periplo luminoso y lleno de descubrimientos. Al mismo nivel raya "El Infierno es la ausencia de Dios", que plantea un mundo en el que Dios, los ángeles, el Paraíso y el Infierno existen, y todo ser humano sobre la faz del planeta es consciente de dicha existencia. Cada día se producen una serie manifestaciones que no sólo atemorizan/iluminan a los que las contemplan sino que cambian por completo sus vidas, ya sea por los milagros que acontecen... o las desgracias que traen consigo. Entramos en ese escenario de la mano de tres individuos cuyas vidas están relacionadas y que afrontan estos hechos con perspectivas contrapuestas. Neil Fisk, un descreído resignado a ir al infierno... hasta que su mujer ascendió a los cielos después de fallecer en una visitación del ángel Natanael; la "evangelizadora" Janice Reilly, que después de una aparición perdió las piernas cuando todavía estaba en el vientre de su madre y que las recuperó en un evento posterior; y Ethan Mead, que cree que Dios le tiene reservado un destino superior y aguarda una señal. Cada uno, con sus dudas, certezas (que no son tales), temores o necesidades, debe hacer frente a un mundo que, como el nuestro, no sigue unas reglas lógicas por las que guiarse (por más que intenten hallarlas) y que amenaza con pegar a sus convicciones una sacudida descomunal. A destacar su profundo tono desesperanzado, con un desenlace sumamente cruel y pesimista, y la manera en que explora el nexo entre hombre, religión y creencia. Mientras, en "Setenta y dos letras", Chiang redefine el steampunk (ciencia ficción enclavada en el siglo XIX en el que la tecnología de la máquina de vapor cobra una importancia todavía mayor de la que tuvo) en clave mística, partiendo del concepto cabalístico de que se puede crear y dar forma a la sustancia del universo con la palabra. Así, crea una nueva revolución industrial cuyo punto central son los autómatas, actualización de los míticos golems, destinados supuestamente a hacer nuestra vida mucho más fácil. En este punto un nomenclador, estudioso de cómo deben organizarse las letras para organizar las palabras que animan lo inorgánico, ha descubierto la manera de imprimir en un autómata la capacidad de animar materia sin la intervención humana; algo similar a la máquina de Von Newman y que implicaría tanto la liberación de muchos trabajadores de sus opresivos trabajos como la posibilidad de crear "vida" sin la intervención humana. Un shock para la sociedad de la época que traerá a su creador más de un quebradero de cabeza, además de la atención de un proyecto secreto que le necesitará para una causa todavía mayor. Un punto de partida pleno de creatividad e imaginación que despierta una serie de paradigmas morales especulares respecto a los que la clonación está incitando en nuestro mundo pero que, a diferencia de las dos piezas anteriores, pierde fuelle con los personajes y el fluir de la narración, incluyendo un leve gatillazo final. Y, por último, llegamos al sancta sanctorum de la recopilación, el cuento que, por si lo comentado hasta el momento no fuese suficiente, justifica por sí solo su lectura. "La historia de tu vida", una narración sentida, emocionante y revulsiva que consigue la a priori imposible cuadratura del círculo de aunar en una síntesis perfecta forma y fondo; sin partir, precisamente, de un tema novedoso. A la Tierra llega una expedición alienígena con la que hay que establecer el primer contacto y que tiene una percepción del universo antagónica a la que ha labrado la inteligencia humana. Chiang intercala con una puntualidad británica dos secuencias que van a construir el relato. Por un lado las concernientes al desarrollo de los contactos, donde una lingüista va relatando los complicados avances en pro del mutuo entendimiento, y por otro retazos en segunda persona donde la misma lingüista va recordando la vida de su hija, fallecida en tiempo muy reciente. Mientras los primeros avanzan del pasado hacia el presente, los segundos van retrocediendo en el tiempo desde un momento más avanzado hacia otro pasado, produciéndose un sonoro contraste entre ambos planos. No ya en lo que se refiere a su formulación, sino en lo que consiguen evocar aspectos como la comprensión, alienación, el sentimiento de pérdida, la incomunicación o el esfuerzo por llegar al otro. La forma en que ambos se imbrican es ejemplar, hasta el punto que su soberbia conclusión, surgida de una espiral coincidente descomunal, consigue una conjunción plenamente satisfactoria entre cada uno de los elementos que constituyen el relato. Puede que toda la reseña suene excesivamente encendida, agasajadora o grandilocuente. No se engañen, lo es. Quizás me haya sobrepasado con los elogios, pero es difícil sustraerse a todo lo que este libro ofrece y que tan bien refleja este último relato. Una recopilación que ningún lector que guste de la buena ciencia y la buena ficción se debe perder. |
© Ignacio Illarregui Gárate 2005
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