The Authority (nºs 13 al 17)

Guión Mark Millar
Dibujo John McCrea
Tinta James Hodgkins
Color Ian Hannin
Planeta DeAgostini
Serie abierta
Jenny Sparks: The secret history of The Authority
Agosto de 2000 - Diciembre de 2000
Mayo de 2001 - Septiembre de 2001
Traducción Lorenzo Díaz
Rotulación: Pilar Tomeo
24
páginas
Ilustración Brian Hitch

 Cuando una colección de superhéroes tiene un éxito comercial relativo rápidamente las mentes pensantes que se encuentran detrás de ella empiezan a maquinar las maneras de aprovechar el tirón. En muchas ocasiones la mejor manera que se les ocurre, en un perpetuo ataque de "originalidad", es la edición de lo que se llama un spin off, una serie nueva que recoge ciertos personajes de la serie madre y se dedica a repetir los esquemas que la han aupado al estrellato. The Authority ya desde su comienzo se convirtió en una serie que captó sobre ella todos los focos de la prensa especializada y de parte de un público sediento de novedades en un anquilosado panorama general. Y como cuando tienes un caballo ganador hay que intentar sacarle todo el partido posible se ofreció a su creador, Warren Ellis, el poder realizar algún proyecto paralelo. Ellis, que ya había decidido dejar la serie en el número 12, pensó en su amigo Mark Millar para tomar el mando de la serie madre y, además, escribir esta miniserie que tomaba como protagonista a la carismática líder del grupo, con el fin de desarrollar un poco aspectos que en The Authority sólo se habían insinuado. El resultado fue una serie limitada de 5 números que aquí ha sido incluida dentro de la numeración de la serie y que funciona bastante bien a pesar de carecer de la espectacularidad con la que cuenta el tebeo creado por Ellis.

Jenny Sparks: La historia secreta de The Authority  intenta ser una especie de crónica secreta de todos los movimientos que Jenny Sparks fue realizando en el pasado y que están relacionados con la formación del grupo. Mediante una serie de historias auto conclusivas vamos a descubrir cómo entró en contacto con El Doctor y despertó todo el potencial que tenía almacenado en su interior o su primer encuentro con Apollo y Midnighter. Por cada uno de los episodios van apareciendo algunos de los personajes del grupo, independientemente que después tengan mucho que ver con la historia o tomen parte activa en ella, permaneciendo Jenny Sparks como nexo de unión entre todos ellos. Esta estructura subsana en parte el defecto más importante que se podía achacar a The Authority, en la que los personajes se limitaban a ser un superpoder que decía frases impactantes mientras se enfrentaba a enemigos cada vez más poderosos, siendo la interacción entre ellos prácticamente nula y no habiendo ningún tipo de explicación de la motivaciones de cada uno de ellos; se limitaban a repetir los clichés de los arquetipos en los cuales se basan sin las limitaciones políticamente correctas a las que se ven sometidos. El caso más evidente de esto era la propia Sparks, a la que definía en la reseña de The Authority como un John Constantine con tetas,  que ahora adquiere un poco más de profundidad, aunque tampoco mucha porque en vez de salirse un poco del estereotipo que Ellis había elegido (y que se ha convertido en su marca de fábrica), Millar la encierra todavía un poco más en él sin desmarcarse levemente del camino marcado por su predecesor. Eso sí, ya se aprecia una diferencia entre las formas de ambos guionistas. Si Ellis estaba más interesado en hacer un tebeo espectacular Millar prefiere centrarse más en la caracterización, dando un poco más de empaque a las conversaciones para que no se limiten a ser una mera descripción de hechos. Así no sorprende ver que en un tebeo de La historia secreta de The Authority hay más diálogos que en 4 de la colección seminal. Y es que Millar hace que todo el mundo sea un poco más dicharachero y cuente más cosas, haciéndoles un poco más atrayentes y consiguiendo que la lectura de cada uno de los tebeos dure más de los consabidos 5 minutos de rigor a los que Ellis nos tenía acostumbrados.

Sin embargo tiene un problema bastante acuciado y del que no puede librars: John McCrea no es un dibujante de altura para hacer este tebeo. Si una de las cosas que funcionaban a las mil maravillas en la serie madre era la espectacularidad que Brian Hitch dotaba a cada página, mostrando cómo debía ser el tebeo de supergrupos definitivo e ilustrando algunas de las conflagraciones más grandes que se recuerdan, aquí todo es un quiero y no puedo. McCrea domina a las mil maravillas el registro de la acción urbana con una cierta tendencia a la caricaturización, como ya demostró a las mil maravillas en Hitman. Sin embargo este tipo de historias no son lo suyo. Además Hitch sabía dotar a de una belleza inherente a algunas de sus creaciones que convertían la lectura en una pequeña delicia para los sentidos. Aunque también es cierto que su narrativa distaba bastante de la que otros compañeros de profesión podían haber proporcionado a sus páginas. McCrea se muestra como un aceptable narrador; sabe dotar de dinamismo a sus viñetas y conduce sin apenas esfuerzo tu vista por la acción, sin obviar un solo plano ni acción. Sin embargo está muy lejos de las capacidades de su predecesor o su continuador, Frank Quitely. Mientras que la acción se reduce a las conversaciones que tiene Sparks con otros personajes no hay ningún problema, más allá de su estética feísta y desgarbada. Sin embargo cuando se ve obligado a reflejar la épica de alguna batalla de proporciones cósmicas naufraga irremediablemente. Sólo hay que fijarse en todo el tercer número, el más parecido al resto de The Authority y que resulta, cuanto menos, risible.

A pesar de esto el tebeo tiene los suficientes atractivos como para resultar apetecible para todos aquellos lectores que quieran saber un poco más sobre los personajes del grupo, o para aquellos que reprochaban a Ellis el nulo trabajo de caracterización que realizaba.

© Ignacio Illarregui Gárate 2001
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