Gigamesh 37
Gigamesh
Junio de 2004
128 páginas
Ilustración de Corominas

Relatos que contiene:

  • Los hijos de nuestros hijos - José Antonio del Valle

  • Viajes con la reina de las nieves - Kelly Link

  • Julius Wilson - Lorenzo Luengo

Artículo que contiene:

  • La Hispacón, la lengua de los elfos y las palatales serbocroatas - César Mallorquí

  • Las palabras de Hypnos - Frank G. Rubio

Con un poco de retraso me he leído el número 37 de la revista Gigamesh y, como siempre se suele hacer cuando estamos ante una nueva entrega, surge la imperiosa necesidad de comparar con las anteriores. El resultado, sinceramente, deja una impresión más fría. La selección de relatos no es tan contundente (normal, Ted Chiang juega en las ligas mayores) y los artículos no cumplen con las expectativas a las que el estándar de la casa nos ha acostumbrado.

Comenzando por la narrativa, gusta ver cómo, tras el hiato de los dos últimos números, se recupera la costumbre de publicar buenos autores nacionales, aunque sus muestras sean irregulares. José Antonio del Valle utiliza en "Los hijos de nuestros hijos" la ucronía para apuntar sentimientos como el desarraigo, el extrañamiento, el amor por la tradición y el olvido de las raíces. Lo más interesante está en el escenario que monta: una Jerusalén especular a la que conocemos, donde los judíos viven en un ghetto rodeados de palestinos y la Alemania nazi es una potencia equidistante de los EE.UU. Alguien debería traducirlo al inglés y publicarlo en Israel para que se viesen un poco en la piel del "enemigo" y se apostase por el contacto con el otro y la mutua comprensión como única salida posible al conflicto. Pero el desarrollo es apresurado, apunta demasiadas cosas que no se concretan y tiene una conclusión tópica que le hace perder intensidad.

Más compacta me ha parecido la otra dosis española del conjunto, "Julius Wilson" de Lorenzo Luengo. Un sólido ejercicio de nostalgia que recupera el relato de decadentistas británicos recorriendo mundo; esos jovencitos terribles que, a la manera de Byron y otros románticos, aprovechaban la marcha a la universidad para separarse de sus familias y descubrir el otro lado de la vida. Putas, extrañas drogas y libros prohibidos son sólo el punto de partida de un viaje cuya conclusión implica la asunción a una vida "alienante". Luengo reproduce la narración en primera persona usual de estas historias, relatada, como es debido, por un testigo de los hechos próximo al protagonista, y un estilo muy descriptivo, disgresivo y con frases interminables, donde destaca la ausencia de algo tan habitual hoy en día como los diálogos. Así consigue un retrato tenaz de una amistad basada en la fascinación y la complicidad, que nace, se desarrolla, es herida de muerte y llega a una dramática conclusión... con un elemento fantástico que, sinceramente, está de más.

Por último, el relato foráneo viene de la mano de la inédita Kelly Link, presentada a la manera que Bibliópolis ha utilizado con Ted Chiang; otra autora "fetén" cuya escasa obra se encuentra recogida por completo en un único libro: Stranger Things Happen. Y debo decir que la idea le queda grande; si el resto de cuentos que ha escrito están en la línea de "Viajes con la reina de las nieves" no la echaremos en falta. No es que sea ilegible, ni mucho menos, pero después de leer las actualizaciones de los cuentos clásicos que ha realizado Andrezj Sapkowski en sus libros de Geralt de Rivia o en el cuento "La tarde dorada", o las versiones que Bill Willingham da en Fábulas, uno de los tebeos actuales más divertidos, plagado de corrosivas referencias, se hace muy muy blandito. La recreación que realiza Link es bisoña, y el supuesto fin que lo justifica, una protagonista que necesita rendir cuentas con el pasado en la forma de un amor traicionado, pedía más sentimiento y garra de las que despliega.

Pasando a los ensayos/artículos, el que abre la revista de César Mallorquí sobre las Hispacones ha causado un relativo revuelo entre el fandom. Algo que ya hizo hace una década con "Por qué no fui a la Hispacón", donde explicaba la deprimente sensación que le producían las convenciones nacionales de lectores de ciencia ficción, fantasía y terror. El tiempo ha pasado y después de lo que el propio Mallorquí pudo ver en la última celebrada hasta el momento, Octubre de 2003 en Getafe, vuelve a ofrecer su visión del asunto, poco condescendiente, y propone lo que se podría hacer para salir de la situación actual.

Para el que lo desconozca conviene aclarar que las Hispacones, lejos de ser un lugar para acercar la literatura fantástica a los neófitos, han devenido en un punto de encuentro para unas escasas centenas de acérrimos seguidores que, salvo cuando se realizan en lugares céntricos como Madrid o Barcelona, apenas suscitan atención fuera del pequeño reducto que siempre ha sido el fandom. Según Mallorquí, y razón no le falta, parte de éste ha estado más preocupado por hablar de lo que ha considerado suyo, independientemente de su calidad, que de la literatura fantástica que se ha creado fuera de sus murallas, donde hay unos cuantos autores que jamás han sido invitados a una convención aun siendo unos reputados escritores de estos géneros.

En el fondo su propósito es razonable: cuando gusta algo como la literatura fantástica quieres que ese mundillo que siente por ella lo mismo que tú sea más amplio; que salga de tanta autocomplacencia endogámica y se abra un poco a la literatura general; que se busquen grandes nombres de la cultura oficial que se declaran lectores del género para que suba el nivel de las mesas redondas... Pero yerra. En sus formas por el excesivo paternalismo que destila su tono. En sus propuestas por ofrecer unas salidas que, sinceramente, son simples. Proponer que todo se solucionaría trayendo a grandes nombres aunque sea pagando y buscando patrocinadores para que financien estos gastos es de una ingenuidad supina. Como si no se hubiese intentado. Y, finalmente, lo más grave. Olvidar el tema de fondo que es nuestro caballo de batalla: vivimos en uno de los países de la Unión Europea donde la tasa de lectura es más baja, detalle que se hacía necesario tocar porque es la clave del asunto.

En estos tiempos audiovisuales haces una party para miles de ordenadores y llenas polideportivos. Un festival de videojuegos en una gran superficie y arrasas. Una reunión de fans del fenómeno multimedia que te salga de las narices (Harry Potter, Star Wars, ESDLA,...) y llenas lo que te venga en gana. Pero ¿qué se puede decir de un país donde difícilmente te encuentras a alguien que lea más de seis libros al año? ¿Y de un mercado donde vender tres mil libros es un triunfo y sacar tres ediciones un éxito sin precedentes? Los motivos son más amplios como para centrarse únicamente en determinados detalles que en vez de hacernos aparecer en el telediario durante treinta segundos... nos daría apenas treinta segundos más. Si no que mire lo que ocurre en Gijón, donde se ha llevado la cultura a la calle. Las atracciones llenas, los baretos atestados, las puestos a pie de calle haciendo su agosto,... ¿Y la carpa donde se habla de literatura (con autores de relativa importancia)? Sobran palabras.

A parte, del número ocho de Solaris se recupera la versión completa de "Las palabras de Hypnos", de Frank G. Rubio, un repaso a la historia de la revista fantástica pulp por excelencia: Weird Tales. ¿Por qué publicar un texto publicado previamente, y no hace tanto, por otra revista? Por los sabidos motivos de espacio que acechan a la revista de La Factoría, había sido convenientemente capado hasta conseguir la extensión idónea. ¿Urgía esta recuperación? Leyendo lo que se había quedado fuera queda una sensación contradictoria: es cierto que se habían perdido pasajes valiosos, como un buen apéndice que a modo de quién es quién recorre cinéticamente los autores más importantes que sostuvieron la revista durante tres décadas. Pero el resto... no hay mucho diferencia. Tanto como que uno esperaría de un ensayo de Gigamesh, a parte de las notas históricas de rigor o algún que otro comentario incisivo entre paréntesis, más profundidad. Se ha perdido la oportunidad para conseguir el artículo "definitivo" sobre este tema.

Completando el cuadro tenemos las noticias, el hit parade, la agradable colección de reseñas (centradas esta vez por completo en la fantasía pura y dura) y el resto de secciones, que rayan al nivel habitual en un número que saca un suficiente raspado. Esperemos que el próximo recupere el tono que se le debe exigir a la mejor revista sobre literatura fantástica que se publica en España.

© Ignacio Illarregui Gárate 2004
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