La flor de cristal

George R. R. Martin
The Glass Flower
1986

Musgo de vida

Ian R. MacLeod
Breathmoss
2002

Ediciones Robel
Marzo de 2005
Traducción Domingo Santos
218 páginas
Portada Nacho Reina

Después de cuatro números en los que se juntaba una novedad con una reedición, la colección El doble de ciencia ficción nos ofrece en esta quinta entrega su primer volumen con dos obras inéditas. Para la ocasión han optado por unir a un autor con tirón, ese narrador sobrenatural que es George R. R. Martin, con alguien que puede tenerlo en un futuro próximo, Ian R. MacLeod, que con su obra corta ha acumulado incontables nominaciones a los premios más importantes, llevándose algunos de ellos como el Nebula al mejor relato del año pasado.

 

Sería gratuito enunciar en esta breve reseña las virtudes que han aupado al primero hasta su actual posición como dominador de la fantasía heroica procedente de EE.UU., más si se considera que “La flor de cristal” tiene poco que ver con esta faceta. No ya temáticamente, al enclavarse en la ciencia ficción que cultivó durante su primera década y media como escritor (tiene lugar en el mismo universo creativo que Muerte de la luz o Los viajes de Tuf), sino estilísticamente. Estamos ante un Martin de los inicios de su carrera televisiva, donde su estilo todavía no había asumido los recursos de este medio observables en Canción de hielo y fuego.

 

Contada en primera persona, narra la contienda entre dos almas inmortales que han perdurado en el tiempo haciendo sacrificios antagónicos. El escenario del enfrentamiento es el llamado Juego de la mente, una lucha que se desarrolla en un plano psíquico y que abre las puertas hacia la inmortalidad; un premio cimentado sobre un inevitable e inmenso dolor y la necesidad de disponer de un cuerpo vivo en el cual imprimir la mente. En este argumento se sitúan temas muy propios en Martin como la fascinación por luminosos paisajes alienígenas, el más elemental miedo a la muerte, la búsqueda de una trascendencia a cualquier precio y el inevitable sentimiento de pérdida. Conceptos genialmente reunidos detrás de la metáfora de la flor de cristal contrapuesta a las flores orgánicas destinadas a perder su belleza y marchitarse. Aunque, es necesario reconocerlo, su factura queda lejos de la maestría presente en otros de sus relatos como “Una canción para Lya” o “Esta torre de cenizas”.

 

Mientras, MacLeod encara en “Musgo de vida” el crecimiento físico y mental de una joven, Jalila, desde la infancia hasta su llegada al mundo adulto, en un planeta relativamente atrasado donde el equilibro cuantitativo entre hombres y mujeres está completamente desplazado hacia este último sexo.

 

Su mayor handicap está precisamente en su virtud primordial. El autor realiza un delicado y sutil trabajo de desarrollo sobre la protagonista, que madura y forja una personalidad viva y contradictoriamente humana. Sin embargo apenas hay nada más. Por ejemplo, el escenario queda en comparación bastante desdibujado y aunque se describen detalles ideosincráticos que lo caracterizan apenas son bosquejos poco elaborados. Jalila viaja por los alrededores del pueblo de Al Janb, participa en celebraciones festivas, se enamora, conoce a una mujer que desencadenará en ella la necesidad de salir del planeta Habara,... pero no lleva al lector a esa realidad tan lejana y a la vez tan cercana que MacLeod pretende transmitir. Carece de la chispa necesaria, convirtiéndose en una historia gris y, por qué no reconocerlo, fallida, con una supuesta trascendencia que nunca llega a prender.

 

Por último, un leve tirón de orejas para la edición, que contiene abundantes erratas y deficiencias que, con una corrección un poco más atenta, se habrían evitado. Incluyendo un divertido gazapo en la presentación que da por editado a la salida del libro (Febrero de 2005) Tormenta de espadas. Mucho me temo que algún lector desconectado de los asuntos de la red ha sufrido serios ataques de ansiedad a la espera de poder acercarse a su librería a por tan anhelada novela (puesta a la venta el uno de Junio de 2005).

 

Este libro fue proporcionado por la revista Gigamesh para hacer una reseña que salió publicada en el número 41.

© Ignacio Illarregui Gárate 2005
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